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Espanol Discussion / Re: Islamo-fascismo en Latino America
« on: January 04, 2008, 08:53:36 AM »
De www.diariode america.com
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1/12/2007
Asignatura pendiente de la derecha
Islamofascismo o integrismo islámico
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Nuestros enemigos están dispuestos a hacer la yihad contra el mundo libre para que el imperio de la sharía se imponga al de la Ley. Y nosotros no podemos permanecer impasibles ante un relativismo que nos impedirá ganar la Guerra contra el Terror, una guerra por la ideas y por nuestra libertad.
Aznar se refirió a la ideología que sustenta y alienta a los terroristas islámicos y regímenes teocráticos como el de Irán como islamofascismo.
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Por Miquel Rosselló Arrom
El ex presidente del gobierno español José María Aznar se refirió a la ideología que sustenta y alienta a los terroristas islámicos y regímenes teocráticos como el de Irán como islamofascismo. No se trata de un término nuevo pues ya en 1990 fue utilizado por Malise Ruthven en su artículo titulado "Construing Islam as a Language" y desde el 11S son muchos los columnistas, teóricos y bloguers que han popularizado y extendido su uso. Si supone, en cambio, un paso importante en la batalla por las ideas tras sumarse a las palabras pronunciadas por el presidente Bush en 2005.
Tras pronunciar Bush el término islamofascismo se desató un debate periodístico y teórico sobre su buen uso. Un debate que se centró entonces en la falta de exactitud en el uso de esta palabra por parte del presidente de los EEUU que no tardó en reproducirse a escala española tras la intervención de Aznar durante su investidura como profesor honorífico por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. La mayor crítica se sustenta en aquellos que asegurar que fomenta la islamofóbia cuando realmente produce el efecto contrario: marcar la diferencia entre el Islam y una interpretación integrista del mismo de pretensiones totalitarias.
Hasta la derrota de ejército Nazi en 1945 el Fascismo fue la ideología que sustento los regímenes totalitarios que asolaron Europa y pusieron en grave amenaza la libertad a lo largo y ancho de todo el planeta. Desde entonces el fascismo no sólo ha servido para describir una ideología y una práctica política concretas sino que ha sido utilizada por la izquierda –desde que se rompieran los acuerdos entre Moscú y Berlín- como una etiqueta con la que insultar y desacreditar a todo rival político. Para Stalin fueron fascistas tanto Hítler -después de haber colaborado estrechamente y repartirse Polonia- como Trotsky, de la misma forma que hoy la izquierda tilda de fascista a todo aquel que se manifiesta en contra de sus postulados incuestionables. El último en recibir este calificativo ha sido el mismo Aznar. Este caso resulta evidente e ilustrativo: un golpista como Hugo Chávez llamando fascista a un presidente que abandonó el poder voluntariamente cuando él busca la perpetuación de su persona al frente de la ya poco democrática República Bolivariana de Venezuela. El fascismo dejó entonces de ser estrictamente un término politológico que definía una doctrina para devaluar su sentido en el ruedo político de la confrontación partidista. Desde entonces, la ideología que planeó y llevó a cabo la "solución final" para exterminar al pueblo judío, fue vaciada de contenido por su condición de término equívoco y su identificación con comportamientos, ideologías, partidos o gobiernos que no podrían ser considerados rigurosamente como fascistas. El fascismo ha penetrado en la mentalidad y creencias de la sociedad, calado entre amplios sectores de la población como un elemento de deslegitimación política del adversario, como un calificativo para cualquier tipo de autoritarismo.
La derecha no ha sido capaz de combatir eficazmente esta identificación malintencionada con el fascismo que le atribuye la izquierda. Fue la derecha de Winston Churchill la que combatió en solitario al fascismo en Europa mientras que fueron Stalin y el Partido Comunista los que pactaron y compartían objetivos con los fascistas. Del mismo modo la derecha no ha sido capaz de situar en su justo lugar la otra gran ideología del mal y contraria a la libertad que es el comunismo. Sólo en los países de la Europa oriental que sufrieron regímenes comunistas o en los EEUU, que lo combatió activamente, podemos encontrar un uso negativo del término comunista o socialista. Mientras tanto, en el resto del mundo, las dictaduras de izquierdas siguen percibiéndose con cierto halo de respetabilidad y melancólica admiración. Por esto aunque algunos autores han insinuado la conveniencia de referirse a este integrismo islámico como islamocomunismo supondría un nuevo error. El comunismo, a pesar de los millones de asesinados, perseguidos, guerras y pobreza que ha generado, no es percibido por el mundo libre de una forma tan negativa como el fascismo. Ya hemos dicho que no estamos tan interesados en la exactitud del término como en la concienciación del peligro que supone esta ideología. Fascismo y comunismo comparten con el islamismo la voluntad totalizadora de someter a los individuos a un colectivo superior, ya sea el Reich alemán, una sociedad internacional igualitaria o la gran Umma.
Una de las grandes asignaturas pendientes en la derecha – partidos, gobiernos, medios de comunicación e institutos de pensamiento- es la falta de campañas de comunicación capaces de enviar mensajes sencillos, concretos y directos que expliquen sus verdaderas posiciones y políticas ante los ciudadanos. Aznar, en su condición de ex gobernante, y Bush, como gobernante en activo, parecen haber dado un paso importante en este sentido y pasan a encabezar una nueva estrategia política. Y es que aunque el término de islamofascismo no sea científicamente del todo correcto sí supone una simplificación sencilla y útil de cara a concienciar a la opinión pública del peligro real que supone el integrismo islámico para nuestra libertad y las sociedades libres en las que vivimos. Supone una acción decidida y necesaria en la lucha global contra el Terror, que no sólo debe ser militar sino que también debe desarrollarse en otros ámbitos como el ideológico y el cultural. Lejos de renegar de ella deberíamos imitarla. Porque las batallas más importantes no se libran en montañas lejanas y desiertos remotos, sino en el campo ideológico.
Nuestros enemigos están dispuestos a hacer la yihad contra el mundo libre para que el imperio de la sharía se imponga al de la Ley. Y nosotros no podemos permanecer impasibles ante un relativismo que nos impedirá ganar la Guerra contra el Terror, una guerra por la ideas y por nuestra libertad.