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Espanol Discussion / CONTRA ESTO Y AQUELLO
« on: May 08, 2006, 12:37:56 PM »
CONTRA ESTO Y AQUELLO
por Armando Dur?n
La pol?tica imperial de Hugo Ch?vez
Seg?n Lenin, el imperialismo era la ?ltima fase del capitalismo. La encarnizada disputa de Trotsky y Stalin sobre la revoluci?n en un solo pa?s o en todo el mundo, termin? siendo otra y muy distinta forma de poner de manifiesto esa expresi?n moderna de los antiguos imperios. Pero en definitiva, tal como le advirti? Ernesto Guevara a sus amigos africanos en Argelia hace 41 a?os, la hegemon?a de la Uni?n Sovi?tica en los pa?ses del Tercer Mundo se parec?a demasiado al dominio imperial yanqui.
La revoluci?n cubana ha sido un laboratorio en el cual se han experimentado todas las variables del fen?meno. Colonia moderna de Estados Unidos desde su tard?a independencia de Espa?a, agente de la expansi?n revolucionaria en todo el continente, naci?n sujeta durante d?cadas a los intereses pol?ticos y econ?micos de Mosc?, hu?rfana de padre y madre tras la ca?da del muro de Berl?n y ahora, rescatada del abandono por la mano de Hugo Ch?vez, de nuevo tiene razones para so?ar con sus ilusiones de anta?o. Gracias a que Ch?vez, disc?pulo y socio de Fidel Castro, est? resuelto a llevar a feliz t?rmino la inconclusa aventura expansionista de su mentor con un vigor que nunca tuvo la Cuba revolucionaria.
Mientras Castro, en medio de la Guerra Fr?a, s?lo contaba con la ideolog?a como producto de exportaci?n, Venezuela dispone de petr?leo a 70 d?lares el barril para darle a la ideolog?a de ambos un sustento material irrefutable. Con tres ventajas adicionales: la crisis social ha desarticulado las viejas estructuras pol?ticas de Am?rica Latina, la desaparici?n de la amenaza de una guerra nuclear con la URSS ha reblandecido progresivamente el m?sculo imperial norteamericano en la regi?n y, gracias a estas dos circunstancias, una ola de izquierdismo, todo lo edulcorado que se quiera, pero izquierdismo a fin de cuentas, recorre el ?rea.
El gas boliviano
La semana pasada, en Puerto Iguaz?, esta aspiraci?n de Ch?vez por llegar a ser el art?fice de una nueva correlaci?n de fuerzas en Am?rica Latina tuvo un momento de gran esplendor. A la aspiraci?n revolucionaria de expulsar de la regi?n a Estados Unidos, el gran enemigo estrat?gico, sumaba ahora su ambici?n por ocupar su puesto, tanto en el terreno de la pol?tica como en el de la econom?a y el comercio. Para comprenderlo, basta observar las fotos de Ch?vez con Evo Morales, N?stor Kirchner y Luiz In?cio Lula da Silva, sellando, con sonrisas y abrazos, as? fueran falsos, el desenlace tranquilo de una reuni?n que a todas luces parec?a destinada a desembocar en una grave confrontaci?n. No s?lo logr? Ch?vez que los presidentes de Argentina y Brasil, pa?ses cuyas econom?as dependen en mucho del suministro y los precios del reci?n nacionalizado gas boliviano, aceptaran la decisi?n de Morales, sino que utiliz? esta cita para darle un nuevo impulso a su plan de construir un gigantesco gasoducto desde Venezuela hasta la Patagonia y, adem?s, incluir a Bolivia en el proyecto.
No se trata de que Kirchner y Lula admitieran de buen grado esta nueva realidad. El triunfo diplom?tico de Ch?vez consiste en que los dos gobernantes se hayan visto ?obligados? a aceptarla.
Es, en definitiva, el precio que les impone Ch?vez a los dos colosos de Am?rica del Sur a cambio de continuar recibiendo los favores que generosamente les ofrece la Venezuela petrolera y revolucionaria.
A los que ahora se a?ade su influencia decisiva en Bolivia.
Esta jugada de Ch?vez fue el motivo de la cumbre Castro?Ch?vez?Morales en La Habana, no para convencer a Morales a tomar una decisi?n que estaba prevista desde el refer?ndum del a?o 2004, sino para analizar dos cuestiones de car?cter pr?ctico: el mejor momento para aplicarla y la forma m?s adecuada de implementarla. Sin la menor duda tambi?n, all? debi? precisarse que la forma de neutralizar las inevitables protestas argentina y brasile?a ser?a, como en efecto ocurri?, una reuni?n inmediata de Kirchner y Lula con Morales, bajo el manto protector de Ch?vez.
El sentido de la integraci?n
A Ch?vez le queda peque?a Venezuela.
Lo mismo le pas? a Bol?var. Para ambos, el mundo, ancho y ajeno, va mucho m?s all? de los l?mites territoriales del horizonte nacional. De ah? el concepto y la necesidad de la integraci?n. No entre iguales, como ha sido el caso de la unidad europea, sino con el liderazgo de uno. Bol?var fracas? en su prop?sito.
Ch?vez pretende aprovechar la ventaja que representan su personalidad y los actuales precios del petr?leo para ser el adalid indiscutido de esta alternativa.
Diversas han sido las maniobras que ha emprendido Ch?vez a lo largo de estos a?os para hacer avanzar esta idea. En primer lugar, la ruptura con Estados Unidos.
Aprovechar el sentimiento antiestadounidense, acentuado en la actualidad por el rechazo planetario a George W. Bush, para sacar a Washington del juego latinoamericano.
Por otra parte, dinamitar desde dentro los dos programas de integraci?n subregional, la Comunidad Andina y el Mercosur, basados en la complementaci?n comercial y los privilegios arancelarios en la mejor tradici?n capitalista, para sustituirlos por otro, el ALBA, de hondo y exclusivo sentido ideol?gico.
El ingreso de Venezuela en el Mercosur al margen de la CAN fue un primer paso. El segundo fue repudiar el Acuerdo de Cartagena usando como pretexto la firma de Colombia y Per? de sendos tratados de libre comercio con Estados Unidos. Nada casualmente, este abandono de la CAN coincidi? con su denuncia contra el Mercosur, formulada en Paraguay. Por ?ltimo, propiciar la nacionalizaci?n boliviana en v?speras de las elecciones para la composici?n de la Asamblea Constituyente de ese pa?s, con dos prop?sitos. Por una parte, garantizarle a Morales el control de la Asamblea; por el otro, colocar a Kirchner y a Lula, a veces vacilantes, en la encrucijada de respaldar la visi?n revolucionaria de Ch?vez sobre la integraci?n, o correr el riesgo de poner en peligro el suministro de gas boliviano y petr?leo venezolano a precios baratos.
Una opci?n de todo o nada, mucho m?s imperialista que solidaria.
Este estilo de gobernar ya lo conocemos en Venezuela. O estamos con Ch?vez, o contra ?l. Sin medias tintas. El cielo o el infierno. As? de simple. En el mejor de los casos, el limbo. Es decir, la no existencia.
La reuni?n de Puerto Iguaz? sirvi? para hacerle comprender este planteamiento radical a sus hom?logos latinoamericanos.
O estaban con Ch?vez o contra Ch?vez.
Patria o muerte, hermanos. Es decir, socialismo del siglo XXI en la versi?n venezolana o el diluvio universal.
Nace un imperio
La primera muestra de esta pol?tica imperial ocurri? hace algunos a?os, cuando Ch?vez le cort? el suministro petrolero a Rep?blica Dominicana, hasta que el presidente Hip?lito Mej?as ?invit?? a Carlos Andr?s P?rez a abandonar la isla para siempre. Poco despu?s repiti? la maniobra en Costa Rica, aunque all? bast? la amenaza para que Carlos Ortega perdiera r?pidamente su condici?n de asilado. Despu?s vinieron sus confrontaciones con ?lvaro Uribe, Alejandro Toledo y Vicente Fox. Como consecuencia de la crisis generada por la salida de Venezuela de la CAN, y a ?instancias? de Evo Morales, declar? estar dispuesto a reconsiderar su posici?n, pero siempre y cuando Colombia y Per? reconsideran a su vez la firma de sus tratados de libre comercio con Estados Unidos. En lenguaje vulgar y corriente, puro chantaje. La misma extorsi?n que significa haber amenazado a Per? con la ruptura de relaciones diplom?ticas si el demonio, encarnado en el electorado peruano, llevaba de nuevo a Alan Garc?a a la Presidencia de su pa?s.
Evidentemente, Ch?vez se siente seguro y poderoso. Pacificado el pa?s, y mientras sus posibles contendientes electorales se limitan a hacer una pol?tica sietemesina, ?l, libre de menesterosas ataduras dom?sticas, puede entregarse en cuerpo y alma al gigantesco proyecto de extender su influencia y hegemon?a por todo el continente. Llevando en una mano sus barriles de petr?leo (al que ahora agrega millones de metros c?bicos de gas boliviano) y en la otra su amenaza permanente de subversi?n. El viejo argumento imperial de la zanahoria y la estaca, pero adornado con un discurso cada vez m?s incendiario.
A?n le quedan a Ch?vez desaf?os de inmensa importancia. La derrota de Lourdes Flores a manos de un resucitado Alan Garc?a hace casi imposible la victoria de Ollanta Humala en Per?.
?Qu? hacer entonces? Romper relaciones, por supuesto, y fomentar la desestabilizaci?n permanente en la naci?n andina. Generar, en fin, ese clima de ingobernabilidad que facilit? el triunfo de Morales en Bolivia. Si Ch?vez tiene paciencia para fijarle a la consolidaci?n de su revoluci?n un plazo de 20 a?os, tambi?n la tendr? para asegurarle una victoria a su pupilo peruano. En Nicaragua no se presentan nubarrones que anuncien tormenta alguna. Salvo alg?n imponderable, Daniel Ortega debe ganar, sobre todo despu?s de la alianza petrolera de Ch?vez con los alcaldes sandinistas. En M?xico, la situaci?n es m?s confusa. Fox y Bush hacen todo lo posible por cerrarle el paso a L?pez Obrador. Habr? que esperar y ver. Por ahora, ah? est? la Misi?n Milagro ayudando a los enfermos mexicanos de menos recursos. Su efecto tendr?. En Uruguay, Tabar? V?squez se aparta del camino, pero carece de fuerzas para resistir la ofensiva simult?nea de Argentina y de un Ch?vez molesto por su visita a Washington. Tarde o temprano tendr? que ceder. Simple cuesti?n de tiempo.
Como en el resto de una regi?n que necesita, ah? tienen a Oscar Arias pidi?ndola a gritos, la ayuda venezolana.
El ?nico obst?culo que a?n se alza frente a Ch?vez es su negocio petrolero con Estados Unidos. ?Hasta cu?ndo lo mantendr? con vida? ?En qu? momento tomar? la decisi?n de reafirmar la ?soberan?a nacional? suspendi?ndole al viejo imperio ese mill?n y medio de barriles diarios? Ahora bien, si lo hace, ?d?nde obtener los 40 mil millones de d?lares que recibe anualmente de su enemigo y que le sirven, precisamente, para financiar su revoluci?n continental contra Estados Unidos? Paradojas de la pol?tica. De una cosa s? podemos estar seguros. Cuando logre superar esta contradicci?n suceder? un definitivo punto de inflexi?n en la historia del hemisferio.
Por ahora habr? que conformarse con presenciar el nacimiento del potencial imperio de una Venezuela pobre y subdesarrollada en Am?rica Latina.
Algo que Lenin, Stalin o el Che jam?s llegaron a imaginarse. Ni siquiera en sus m?s desmesurados delirios.
por Armando Dur?n
La pol?tica imperial de Hugo Ch?vez
Seg?n Lenin, el imperialismo era la ?ltima fase del capitalismo. La encarnizada disputa de Trotsky y Stalin sobre la revoluci?n en un solo pa?s o en todo el mundo, termin? siendo otra y muy distinta forma de poner de manifiesto esa expresi?n moderna de los antiguos imperios. Pero en definitiva, tal como le advirti? Ernesto Guevara a sus amigos africanos en Argelia hace 41 a?os, la hegemon?a de la Uni?n Sovi?tica en los pa?ses del Tercer Mundo se parec?a demasiado al dominio imperial yanqui.
La revoluci?n cubana ha sido un laboratorio en el cual se han experimentado todas las variables del fen?meno. Colonia moderna de Estados Unidos desde su tard?a independencia de Espa?a, agente de la expansi?n revolucionaria en todo el continente, naci?n sujeta durante d?cadas a los intereses pol?ticos y econ?micos de Mosc?, hu?rfana de padre y madre tras la ca?da del muro de Berl?n y ahora, rescatada del abandono por la mano de Hugo Ch?vez, de nuevo tiene razones para so?ar con sus ilusiones de anta?o. Gracias a que Ch?vez, disc?pulo y socio de Fidel Castro, est? resuelto a llevar a feliz t?rmino la inconclusa aventura expansionista de su mentor con un vigor que nunca tuvo la Cuba revolucionaria.
Mientras Castro, en medio de la Guerra Fr?a, s?lo contaba con la ideolog?a como producto de exportaci?n, Venezuela dispone de petr?leo a 70 d?lares el barril para darle a la ideolog?a de ambos un sustento material irrefutable. Con tres ventajas adicionales: la crisis social ha desarticulado las viejas estructuras pol?ticas de Am?rica Latina, la desaparici?n de la amenaza de una guerra nuclear con la URSS ha reblandecido progresivamente el m?sculo imperial norteamericano en la regi?n y, gracias a estas dos circunstancias, una ola de izquierdismo, todo lo edulcorado que se quiera, pero izquierdismo a fin de cuentas, recorre el ?rea.
El gas boliviano
La semana pasada, en Puerto Iguaz?, esta aspiraci?n de Ch?vez por llegar a ser el art?fice de una nueva correlaci?n de fuerzas en Am?rica Latina tuvo un momento de gran esplendor. A la aspiraci?n revolucionaria de expulsar de la regi?n a Estados Unidos, el gran enemigo estrat?gico, sumaba ahora su ambici?n por ocupar su puesto, tanto en el terreno de la pol?tica como en el de la econom?a y el comercio. Para comprenderlo, basta observar las fotos de Ch?vez con Evo Morales, N?stor Kirchner y Luiz In?cio Lula da Silva, sellando, con sonrisas y abrazos, as? fueran falsos, el desenlace tranquilo de una reuni?n que a todas luces parec?a destinada a desembocar en una grave confrontaci?n. No s?lo logr? Ch?vez que los presidentes de Argentina y Brasil, pa?ses cuyas econom?as dependen en mucho del suministro y los precios del reci?n nacionalizado gas boliviano, aceptaran la decisi?n de Morales, sino que utiliz? esta cita para darle un nuevo impulso a su plan de construir un gigantesco gasoducto desde Venezuela hasta la Patagonia y, adem?s, incluir a Bolivia en el proyecto.
No se trata de que Kirchner y Lula admitieran de buen grado esta nueva realidad. El triunfo diplom?tico de Ch?vez consiste en que los dos gobernantes se hayan visto ?obligados? a aceptarla.
Es, en definitiva, el precio que les impone Ch?vez a los dos colosos de Am?rica del Sur a cambio de continuar recibiendo los favores que generosamente les ofrece la Venezuela petrolera y revolucionaria.
A los que ahora se a?ade su influencia decisiva en Bolivia.
Esta jugada de Ch?vez fue el motivo de la cumbre Castro?Ch?vez?Morales en La Habana, no para convencer a Morales a tomar una decisi?n que estaba prevista desde el refer?ndum del a?o 2004, sino para analizar dos cuestiones de car?cter pr?ctico: el mejor momento para aplicarla y la forma m?s adecuada de implementarla. Sin la menor duda tambi?n, all? debi? precisarse que la forma de neutralizar las inevitables protestas argentina y brasile?a ser?a, como en efecto ocurri?, una reuni?n inmediata de Kirchner y Lula con Morales, bajo el manto protector de Ch?vez.
El sentido de la integraci?n
A Ch?vez le queda peque?a Venezuela.
Lo mismo le pas? a Bol?var. Para ambos, el mundo, ancho y ajeno, va mucho m?s all? de los l?mites territoriales del horizonte nacional. De ah? el concepto y la necesidad de la integraci?n. No entre iguales, como ha sido el caso de la unidad europea, sino con el liderazgo de uno. Bol?var fracas? en su prop?sito.
Ch?vez pretende aprovechar la ventaja que representan su personalidad y los actuales precios del petr?leo para ser el adalid indiscutido de esta alternativa.
Diversas han sido las maniobras que ha emprendido Ch?vez a lo largo de estos a?os para hacer avanzar esta idea. En primer lugar, la ruptura con Estados Unidos.
Aprovechar el sentimiento antiestadounidense, acentuado en la actualidad por el rechazo planetario a George W. Bush, para sacar a Washington del juego latinoamericano.
Por otra parte, dinamitar desde dentro los dos programas de integraci?n subregional, la Comunidad Andina y el Mercosur, basados en la complementaci?n comercial y los privilegios arancelarios en la mejor tradici?n capitalista, para sustituirlos por otro, el ALBA, de hondo y exclusivo sentido ideol?gico.
El ingreso de Venezuela en el Mercosur al margen de la CAN fue un primer paso. El segundo fue repudiar el Acuerdo de Cartagena usando como pretexto la firma de Colombia y Per? de sendos tratados de libre comercio con Estados Unidos. Nada casualmente, este abandono de la CAN coincidi? con su denuncia contra el Mercosur, formulada en Paraguay. Por ?ltimo, propiciar la nacionalizaci?n boliviana en v?speras de las elecciones para la composici?n de la Asamblea Constituyente de ese pa?s, con dos prop?sitos. Por una parte, garantizarle a Morales el control de la Asamblea; por el otro, colocar a Kirchner y a Lula, a veces vacilantes, en la encrucijada de respaldar la visi?n revolucionaria de Ch?vez sobre la integraci?n, o correr el riesgo de poner en peligro el suministro de gas boliviano y petr?leo venezolano a precios baratos.
Una opci?n de todo o nada, mucho m?s imperialista que solidaria.
Este estilo de gobernar ya lo conocemos en Venezuela. O estamos con Ch?vez, o contra ?l. Sin medias tintas. El cielo o el infierno. As? de simple. En el mejor de los casos, el limbo. Es decir, la no existencia.
La reuni?n de Puerto Iguaz? sirvi? para hacerle comprender este planteamiento radical a sus hom?logos latinoamericanos.
O estaban con Ch?vez o contra Ch?vez.
Patria o muerte, hermanos. Es decir, socialismo del siglo XXI en la versi?n venezolana o el diluvio universal.
Nace un imperio
La primera muestra de esta pol?tica imperial ocurri? hace algunos a?os, cuando Ch?vez le cort? el suministro petrolero a Rep?blica Dominicana, hasta que el presidente Hip?lito Mej?as ?invit?? a Carlos Andr?s P?rez a abandonar la isla para siempre. Poco despu?s repiti? la maniobra en Costa Rica, aunque all? bast? la amenaza para que Carlos Ortega perdiera r?pidamente su condici?n de asilado. Despu?s vinieron sus confrontaciones con ?lvaro Uribe, Alejandro Toledo y Vicente Fox. Como consecuencia de la crisis generada por la salida de Venezuela de la CAN, y a ?instancias? de Evo Morales, declar? estar dispuesto a reconsiderar su posici?n, pero siempre y cuando Colombia y Per? reconsideran a su vez la firma de sus tratados de libre comercio con Estados Unidos. En lenguaje vulgar y corriente, puro chantaje. La misma extorsi?n que significa haber amenazado a Per? con la ruptura de relaciones diplom?ticas si el demonio, encarnado en el electorado peruano, llevaba de nuevo a Alan Garc?a a la Presidencia de su pa?s.
Evidentemente, Ch?vez se siente seguro y poderoso. Pacificado el pa?s, y mientras sus posibles contendientes electorales se limitan a hacer una pol?tica sietemesina, ?l, libre de menesterosas ataduras dom?sticas, puede entregarse en cuerpo y alma al gigantesco proyecto de extender su influencia y hegemon?a por todo el continente. Llevando en una mano sus barriles de petr?leo (al que ahora agrega millones de metros c?bicos de gas boliviano) y en la otra su amenaza permanente de subversi?n. El viejo argumento imperial de la zanahoria y la estaca, pero adornado con un discurso cada vez m?s incendiario.
A?n le quedan a Ch?vez desaf?os de inmensa importancia. La derrota de Lourdes Flores a manos de un resucitado Alan Garc?a hace casi imposible la victoria de Ollanta Humala en Per?.
?Qu? hacer entonces? Romper relaciones, por supuesto, y fomentar la desestabilizaci?n permanente en la naci?n andina. Generar, en fin, ese clima de ingobernabilidad que facilit? el triunfo de Morales en Bolivia. Si Ch?vez tiene paciencia para fijarle a la consolidaci?n de su revoluci?n un plazo de 20 a?os, tambi?n la tendr? para asegurarle una victoria a su pupilo peruano. En Nicaragua no se presentan nubarrones que anuncien tormenta alguna. Salvo alg?n imponderable, Daniel Ortega debe ganar, sobre todo despu?s de la alianza petrolera de Ch?vez con los alcaldes sandinistas. En M?xico, la situaci?n es m?s confusa. Fox y Bush hacen todo lo posible por cerrarle el paso a L?pez Obrador. Habr? que esperar y ver. Por ahora, ah? est? la Misi?n Milagro ayudando a los enfermos mexicanos de menos recursos. Su efecto tendr?. En Uruguay, Tabar? V?squez se aparta del camino, pero carece de fuerzas para resistir la ofensiva simult?nea de Argentina y de un Ch?vez molesto por su visita a Washington. Tarde o temprano tendr? que ceder. Simple cuesti?n de tiempo.
Como en el resto de una regi?n que necesita, ah? tienen a Oscar Arias pidi?ndola a gritos, la ayuda venezolana.
El ?nico obst?culo que a?n se alza frente a Ch?vez es su negocio petrolero con Estados Unidos. ?Hasta cu?ndo lo mantendr? con vida? ?En qu? momento tomar? la decisi?n de reafirmar la ?soberan?a nacional? suspendi?ndole al viejo imperio ese mill?n y medio de barriles diarios? Ahora bien, si lo hace, ?d?nde obtener los 40 mil millones de d?lares que recibe anualmente de su enemigo y que le sirven, precisamente, para financiar su revoluci?n continental contra Estados Unidos? Paradojas de la pol?tica. De una cosa s? podemos estar seguros. Cuando logre superar esta contradicci?n suceder? un definitivo punto de inflexi?n en la historia del hemisferio.
Por ahora habr? que conformarse con presenciar el nacimiento del potencial imperio de una Venezuela pobre y subdesarrollada en Am?rica Latina.
Algo que Lenin, Stalin o el Che jam?s llegaron a imaginarse. Ni siquiera en sus m?s desmesurados delirios.