“Ojalá te toque vivir tiempos interesantes.”
Maldición china.
Tras la caída del antiguo bloque soviético el mundo actual ha ido entrando en una espiral de violencia generalizada, global y, sobre todo muy organizada. Bandas juveniles, mafias, grupos narcos, organizaciones terroristas de toda índole, forman el frente de nuestro enemigo actual. En otros tiempos estas organizaciones, aunque tan jerarquizadas y organizadas internamente como las actuales, trabajaban de una forma mucho más compartimentada y aislada.
El florecimiento de mafias del este europeo, mucho más violentas y técnicamente capaces. Formadas principalmente por personal de información e inteligencia de sus extintos gobiernos, con buenos contactos en los bajos fondos de todo el planeta, con personal muy capaz en todos los campos imaginables, ex militares de élite, agentes de información, etc. Con mucha experiencia en el uso de las armas, consecuencia directa de sus entrenamiento previo, y de la situación inestable y bélica de sus respectivos países de origen.
Así mismo, esta competencia ha hecho que las mafias y grupos narcos “tradicionales” hayan evolucionado de forma similar, para poder hacerles frente. Una de las formas es la contratación de personal técnico muy capaz, junto con armamento más sofisticado.
Otra preocupante y grave novedad, por lo menos en Europa, es la cada vez más generalizada formación en nuestras grandes ciudades de bandas juveniles jerarquizadas, organizadas y, sobre todo, muy territoriales y violentas, por supuesto muy bien armadas.
Mención especial, no por menos grave, es la enorme extensión y desarrollo del nuevo terrorismo. Hasta ahora el terrorismo solía estar confinado a una zona geográfica más o menos extensa, a acciones sobre determinados grupos sociales, religiosos, raciales, nacionales, etc. Siendo algo compartimentado y normalmente ajeno al común de la sociedad, que lo veía como algo terrible, en su televisor. Hoy por hoy, todo individuo del planeta, independientemente de su situación geográfica, económica, social, religiosa o de cualquier otro factor es un potencial blanco de este nuevo tipo de genocidio integrista.
La sociedad, a través de sus gobiernos, y estos de sus órganos policiales y/o militares, se defiende. ¿Cómo? Trabajando en un frente común, a todos los niveles internacionales. Pero, en lo que incumbe a este artículo, preparando a su personal de una forma mucho más extensiva y técnicamente profunda.
Lo que en el pasado era algo solo para personal de fuerzas especiales, hoy en día puede ser enfrentado por personal de fuerzas locales, sin apoyo exterior inmediato, y sobre todo sin medios más sofisticados que lo que ellos mismos porten.
Hoy por hoy el 70% de la humanidad vive en entornos urbanos, por lo que las operaciones policiales y militares tienen principalmente este entorno como teatro de operaciones. En la mayor parte de las ocasiones se requieren acciones por sorpresa, con entradas violentas en edificios, extracción de rehenes, etc. Requiriendo una toma de decisiones inmediata a la detección del delito, no pudiendo esperar.
Haciendo un poco más de filosofía táctica, debemos tener presente una cosa: la suerte en este trabajo no existe. Creamos un entorno favorable a nuestra acción, o generamos una situación negativa a la misma. Sólo de nuestros conocimientos y profesionalidad dependerá el resultado de la operación y la salvaguarda de muchas vidas, entre otras la propia.
Veamos unos escenarios o situaciones bastantes actuales y sobre todo probables.
Un grupo de atracadores penetra en un banco, encontrándose varias unidades de la policía local en la zona. Los atracadores no quieren dar tiempo a que la policía nacional intervenga, ya que los consideran más preparados y peligrosos para ellos, por lo que actúan contra estos agentes en un intento de escapar. En otro caso similar, la acción es observada por una patrulla, que juzgan que esperar a la aparición de más patrullas es dar la posibilidad de atrincheramiento por parte de los atracadores.
Nuestras unidades militares se ven cada vez más implicadas en acciones policiales de registros y/o detenciones de mafiosos o criminales de guerra en el entorno de una misión de paz, acciones que pueden desembocar en verdaderos asaltos. Así mismo cada vez es más común su colaboración en la protección y vigilancia de plantas industriales y energéticas, así como de transportes públicos como el ferrocarril, tanto en las vías como en la estación o en los vagones.
Estos escenarios, aunque en teoría requieren la llamada de refuerzos, personal especializado, medios técnicos superiores, etc.,
pueden, repito,
pueden obligar a una acción inmediata e instantánea por parte del personal que lo observa. El personal sobre el terreno es el único que puede juzgar el grado de riesgo que implica la espera.
Es por ello que debe estar capacitado para juzgar la situación, debe estar preparado asimismo para, si lo juzga conveniente, actuar de forma contundente, precisa e inmediata.
El conocimiento, y la perfección del mismo, nacen del entrenamiento realista, continuado y profesional.