Author Topic: Enseñar, instruir, transmitir… ¿educar?  (Read 10604 times)

Cecilio Andrade

  • Power User
  • ***
  • Posts: 149
    • View Profile
    • Cecilio Andrade
Enseñar, instruir, transmitir… ¿educar?
« on: April 14, 2017, 10:16:28 AM »
Enseñar, instruir, transmitir… ¿educar?

Por Cecilio  Andrade

Hace unos días leí un gran artículo, realmente debí decir “otro gran artículo”, del Maestro José Ángel Soguero, me hizo pensar en muchas cosas. Como Maestro que és, amén de bendecido por las Musas, José Ángel supo plasmar mucho con su teclado,  “cosas” que no le asombrarían a una bendición de la humanidad como fué Albert Einstein cuando dijo, “El Maestro ha de gozar del menor poder coactivo posible, lo cual significa que el respeto del estudiante ha de resultar de una valoración de las cualidades humanas e intelectuales del Maestro, (…) Sólo aquel que se consagra a una causa, con toda su fuerza y alma, puede ser un verdadero Maestro. Por esta razón, ser Maestro lo exige todo de una persona.” Todo es lo que se exige a si mismo José Ángel, buscando lo que expresó Santo Tomás de Aquino, perdona mi pagano amigo la comparación pero el saber no entiende de “fides”,  “El verdadero Maestro es aquel que ayuda al alumno a alcanzar la perfección.”
Muchos me acusarán de ser demasido oriental a la hora de recordar citas, lo cual no es cierto, lo mismo me acuerdo de Gandhi, “La Historia es el mejor Maestro con los discípulos distraídos.” Que de alguien 100% hispano y patriota con Don Baltasar Gracián, del que me vienen a la mente dos citas muy acordes con la entradila de hoy, 
“Ninguno hay que no pueda ser Maestro de otro en algo,” y la que plagio siempre que me dejan “No hay Maestro que no pueda ser discípulo.”
La importancia de transmitir algo más que técnicas más o menos correctas no es algo de hoy, se que lo saben. El historiado Henry Brooks Adams comentó que “Un Maestro afecta a la eternidad; nunca sabe donde termina su influencia.”  Un Maestro de verdad muestra el Camino, tal y como lo mostró en vida Sensey Hidetaka  Nishiyama, “El Maestro, el buen Maestro, muestra a los estudiantes su propio Camino. Este Camino solo puede encontrarse a través del seguimiento del Shihan, el compás, el Maestro. Los estudiantes que intentan encontrarlo por su cuenta jamás descubrirán este tesoro.”
Hoy en día todo éxito se mide en cuestión de ceros en un cheque o transferencia bancaria, pero Bill Gates observó que  “El éxito es un pésimo Maestro que seduce a la gente a pensar que no puede perder.” Despues de todo alguien tan occidental como Sir Francis Bacon recalcó,
“El dinero es un buen sirviente, pero un pésimo Maestro.” En fin, me quedo con Lao Tsé cuando dijo aquello tan fuera de la moda actual, 
“El Maestro mantiene su mente, (…) El buen hombre es el Maestro del malo, y el mal hombre es la lección del bueno.” Despues de todo, en este mundillo, sobre el que intento escribir y transmitir, de armas, violencia, agresiones y enfrentamientos nunca buscados, recuerden que hablo de, por y para los “buenos”, de buenos guerreros, ya vistan traje y corbata o de modo “casual, de 5.11 style o de azul o de mitetizados oficiales, “El guerrero que esté en la posición de volverse maestro debe andar siempre despierto para así coger su centímetro cúbico de suerte.”  Y eso lo dijo un antropólogo, Don Carlos Castañeda, no un instructor de moda lleno de parches y velcros.
Terminaré la entradilla de hoy con una cita de Tenzin Gyatso, 
“Se dice que nuestro enemigo es nuestro mejor Maestro. Al estar con un Maestro, podemos aprender la importancia de la paciencia, el control y la tolerancia, pero no tenemos oportunidad real de practicarla. La verdadera práctica surge al encontrarnos con un enemigo.” ¿No reconocen quién es este señor? Quizás les suene más como la cabeza visible del Budismo Tibetano, su Océano de Sabiduría, traducción del mongol-tibetano al castellano de un título más conocido por todos, Dalai Lama. ¿Pedante por mi parte? Seguramente si. No me disculpen, insisto.


Dentro de la metodología de la instrucción táctica, civil, policial o militar, el instructor no debe limitarse a proporcionar únicamente conocimientos técnicos. Su acción ha de ir más allá de lo estrictamente técnico y profesional. Debe llegar a lo humano y educativo, a lo ético y moral, a los principios y valores de usar la violencia por necesidad y no por intereses.
Todos los profesionales que confían en un instructor llegan con unas inquietudes y necesidades de conocimientos para su propia superación, e incluso supervivencia, en el desarrollo de sus funciones. Independientemente de su edad y experiencia, deben ver en el instructor un modelo a imitar, depositario de una autoridad indudable. En este marco, la labor del instructor consiste en compaginar autonomía y dependencia, de tal modo que favorezca la maduración de sus alumnos, quienes en sus diversos puestos tendrán responsabilidades varias, dónde tendrán que tomar decisiones así como cumplir órdenes en base a los conocimientos adquiridos.
El instructor, en definitiva, cumplirá su papel de educador y guía de alumnos, creando de forma continua, con su comportamiento y métodos utilizados, una situación en la que los alumnos obtengan conocimientos y normas de comportamiento para que, finalmente, aprendan a ejercer reflexivamente sus responsabilidades.

¿Pedagogía?
La palabra pedagogía no suele ser muy bien comprendida a día de hoy, al menos en el ámbito “tactico” que tratamos, analicémosla un poco antes de pasar a temas más especificos y técnicos.
La palabra proviene del griego paidagōgeō que es la suma de paidíon, niño, y ágō/agōgós, guía, conductor, lo que nos deja el significado literal de "dirigir al niño". Tanto para niños como para adultos es la ciencia que tiene como objeto de estudio la educación con la intención de organizarla para cumplir con determinados fines, establecidos a partir de lo que es deseable para una sociedad o grupo, es decir, el tipo de ciudadano o individuo que se quiere formar. Pertenece al campo de las Ciencias Sociales y Humanas.
En la antigua Grecia el pedagogo era el esclavo encargado de acompañar al niño hasta la Palestra. Y, sorpresa, la Palestra era parte de la escuela de lucha en la Grecia Antigua. Los eventos que no requerían mucho espacio, como la lucha y el boxeo, se practicaban allí. La Palestra funcionaba independientemente o como una parte de los gimnasios públicos. Una Palestra podía existir sin pertenecer a un gimnasio, pero ningún gimnasio podía existir sin tener una palestra.
La Palestra fué una característica prominente de la sociedad griega, el significado de la competición atlética traducida a la importancia del edificio en sí mismo. No olvidemos que la lucha fué uno de los más importantes, antiguos y extensamente difundidos de los deportes del mundo griego. Con el paso del tiempo, el papel de la Palestra como espacio educativo y social fue también aumentando. Aunque la Palestra continuó funcionando como escuela de lucha, también albergaron conferencias y discusiones filosóficas e intelectuales, y en este papel educativo asumió gradualmente el control de la función del edificio. Los suelos y paredes de la Palestra eran adornados con famosos atletas, dioses y héroes. La música era a menudo parte de los entrenamientos y las competiciones. ¿Notan similitudes en la actualidad?
Volviendo y ampliando el término que nos ocupa, el objeto de estudio de la Pedagogía es la educación, tomada esta en el sentido general. También es posible encontrar la palabra “formación” como objeto de estudio de la Pedagogía, siendo “educación” y “formación” vocablos sinónimos en tal contexto. A nivel general la formación es el proceso de preparación de la persona para la vida. Por eso es que algunos autores consideramos que formación y educación son sinónimos. No obstante, otros indican que una leve diferencia está en que la formación hace énfasis en el objeto y la educación en la aspiración que se desea alcanzar. Matices sin lugar a dudas. En lo que a este trabajo hace referencia los considero como conceptos sinónimos.
En este contexto, la educación tiene como propósito incorporar a los sujetos a una sociedad o grupo, teniendo en cuenta que dicha sociedad o grupo poseen pautas culturales y profesionales propias y características. Es decir, la educación es una acción que lleva implícita la intencionalidad de un mejoramiento progresivo que permita al individuo desarrollar todas sus potencialidades. Immanuel Kant  propone para la Pedagogía la confección de una disciplina científica, teórica y práctica, que se base en principios, experimentación y reflexiones sobre prácticas concretas. Durkheim, al referirse a la educación, expresa que es materia de la Pedagogía y es indispensable construir un saber por medio de la implementación de reglas metodológicas, que sea garante del carácter científico de dicho conocimiento.
Como curiosidad, y tambien con mi característica ironía y sarcasmo, de la palabra griega luego latinizada como pedagogo surge la actual palabra castellana pedante, con el significado de aquel que con algunos, pocos o nulos conocimientos suele presumir de sabiduría, es decir alguien o algo que aparenta ser intelectual. Sin duda este tipo de personalidad suele fascinar a los ignorantes, seguro que no les digo algo que desconocieran. Por tal motivo les emplazo, como algo muy importante, a distinguir en la vida real, y día a día, la palabra pedagogo de su derivada peyorativa pedante, algo tan difícil de discernir en el saturado mundillo “tactico” actual.
Ampliando un poco el concepto, tanto el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, como el Diccionario Salamanca de la Lengua Española, definen a la Pedagogía como la ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza. Teniendo como objetivo proporcionar guías para planificar, ejecutar y evaluar procesos de enseñanza y aprendizaje, aprovechando las aportaciones e influencias de diversas ciencias, como la Psicología, en referencia al desarrollo, personalidad, inteligencia educativa, social, etc.; la Sociología, la Antropología, la Filosofía, la Historia y la Medicina, por nombrar algunas. Es por ello que el pedagogo se traduce como el profesional que ayuda a organizar mejores sistemas y programas educativos, con el objetivo de favorecer al máximo el desarrollo de las personas, los grupos y las sociedades. Estudia la educación en todas sus vertientes: escolar, familiar, laboral, social y cultural.
En resumen, podría decirse que la Pedagogía es la ciencia cuyo objeto de estudio es la formación de la personalidad del individuo. Las tendencias actuales se dirigen a que esta educación sea integral, es decir, en todas las dimensiones del individuo.

Normas pedagógicas básicas.
Existen algunas normas de carácter pedagógico que se deducen de la experiencia en todos los campos a instruir, formar y educar, y por tanto también al que nos ocupa, el trabajo de instrucción táctica.
-       Interes y esfuerzo por conocer y comprender a los alumnos.
o   Como primera medida práctica es necesario conocer desde el principio el nombre de los alumnos. Ellos agradecerán esta muestra de interés y se sentirán inclinados a cooperar y mantener una relación positiva con el instructor, para quien han dejado de ser un simple número.
-       Cuidar especialmente la primera impresión, sólo será posible una vez.
o   Preparar siempre la primera sesión con especial cuidado. El primer contacto con los alumnos es muy importante. Por ello, debemos presentarnos a nosotros mismos y a la asignatura con brillantez y eficacia.
-       Contestar todas preguntas.
o   Inspirar confianza contestando las preguntas o reconociendo con nobleza que en ese momento ignoramos, o no recordamos, la respuesta.
o   Como pauta general, es preferible que las preguntas que interesan a un solo alumno se le contesten fuera de la hora de clase para no interrumpir en exceso el curso de la misma
-       Mantener la suficiente reserva y compostura.
o   Ser entusiasta en nuestra labor.
o   El saber estar en nuestro lugar no debe suponer “encasillamiento", sino al contrario, una plataforma de acción desde la cual establecer contacto para comunicarnos con los alumnos.
o   El alumno admira al instructor que sabe mantenerse con la formalidad que debe, sobre todo, durante las horas de trabajo.
-       Evitar las preferencias.
o   Mantener una actitud correcta, firme y cordial hacia la clase.
o   El exceso de confianza que haga que se incline el instructor hacia el más simpático y/o hábil, aunque que quizá no posea otras cualidades, da una deplorable impresión en el resto de los compañeros.
-       No poner en ridículo a sus alumnos.
o   Nunca dañar la autoestima de un alumno humillándole ante los compañeros.
o   Hacer en privado todas las reprensiones y en público todas las felicitaciones.
-       Ser puntual.
o   Debemos empezar y terminar las clases a la hora prevista.
o   Evitará molestias a otros instructores.
o   Proporcionará a los alumnos el descanso fijado y aprovechará el tiempo disponible para la enseñanza.
-       No emplear palabras obscenas o chabacanas.
o   El empleo de un vocabulario impropio demuestra carencia de preparación o habilidad para expresarse correctamente, dando la sensación de que se recurre a este sistema para ocultar la falta de competencia.
-       Ser capaz de hacer el trabajo que enseña y de hacerlo bien.
o   Preparando anticipadamente la sesión, sin confiar en la improvisación.
o   No hay mejor sistema para perder la confianza de los alumnos que dar justificaciones o no saber realizar bien una acción.
o   Debemos hacer las cosas por nosotros mismos antes de pretender enseñarlas a una clase.
-       Alentar la instrucción para la acción, siempre y cuando sea posible.

3 simples consejos prácticos.
1.     Prepararse a sí mismo.
-       Preparar una guía que indique cuándo y dónde tendrá lugar la sesión, qué alumnos serán instruidos y qué medios serán necesarios.
-       Examinar cuidadosamente el objetivo a alcanzar con cada sesión. Para ello, estudiar las condiciones de ejecución y los requisitos a alcanzar.
-       Asegurarnos de que sabemos ejecutar la tarea nosotros mismos. De lo contrario practicarla por cuenta propia hasta dominarla.
-       Elegir la forma más apropiada de impartir la tarea.
-       Preparar una guía de “tiempo y actividades" que marque la actividad concreta a realizar en cada momento de la sesión.
-       Practicar y/o ensayar la explicación previa de la tarea que se dará a los alumnos.

2.     Preparar los medios.
-       Recopilar el material y equipo necesario, asegurandose que funciona y está operativo.
-       Buscar medios audiovisuales o similares.
-       Adecuar el lugar para impartir la sesión.

3.     Preparar a los alumnos e instruirlos.
-       Explicar a los alumnos qué es lo que se va a instruir y con qué grado de exigencia.
-        Hacer hincapié en las medidas de seguridad para evitar accidentes.
-       Si se necesitan conocimientos previos antes de abordar la sesión, hacer un repaso de los mismos.
-       Hacer un breve test inicial a los alumnos para hacerse una idea de los aspectos de la tarea en los que debemos insistir especialmente.
-       Realizar una demostración previa de lo que se pretende alcanzar.
-       Realizar evaluaciones, en función del tiempo disponible, a todos o algunos alumnos, sobre el contenido de la sesión.
-       Anotar los resultados de dicha evaluación y tenerlos en cuenta para el futuro.

Práctica imaginada.
Como señalába en el actual y pretéritos trabajos, el aprendizaje de una destreza es un proceso tanto mental como físico. Sin embargo tradicionalmente se ha puesto mayor énfasis en los aspectos físicos de cualquier tipo de adiestramiento, desatendiendo con bastante frecuencia los aspectos cognitivos, mentales, del aprendizaje motor.
Las investigaciones recientes, en el ámbito de la psicología deportiva, demuestran que el aprendizaje de una destreza motriz es posible mediante el simple pensamiento dedicado a la ejecución de la misma. Existe también evidencia de que el mejor aprendizaje se obtiene cuando las prácticas físicas y mentales se combinan, en lugar de utilizar únicamente uno de los dos procesos.
Una técnica de reconocida eficacia, sobre todo en el ámbito deportivo, es la denominada Sofrología. Esta práctica imaginada consiste, en líneas generales, en la elaboración mental de imágenes que reproducen la secuencia de la tarea. En nuestro caso consistiría en imaginar vivamente la situación de enfrentamiento, evocando en nuestra imaginación el ciclo de enfrentamiento paso a paso.
Esta técnica requiere un entrenamiento progresivo de la imaginación, ya que su eficacia dependerá del realismo con que vivamos la situación imaginada. Por ello abordaremos de nuevo este tema en el punto dedicado a la influencia de aspectos cognitivos, donde detallaré un método práctico para la elaboración de imágenes.

Mecanismos de refuerzo.
He dejado deliberadamente este punto para el final porque considero que su importancia es crucial para que el aprendizaje tenga éxito.
La ejecución de una destreza motriz como puede ser la realización de un disparo perfecto, ante una situación de vida o muerte, no deja de ser una forma de conducta aprendida. El primer principio del aprendizaje nos señala que la conducta está fuertemente determinada por las consecuencias que produce. En el establecimiento y fortalecimiento de un patrón de conducta, las respuestas que conducen a consecuencias gratificantes son fortalecidas, por lo que su probabilidad de repetirse en el futuro aumenta. Por el contrario, las respuestas que conducen a consecuencias no gratificantes, o negativas, disminuyen su probabilidad de aparición en el futuro, tendiendo a eliminarse del repertorio de respuestas.
Un refuerzo es una consecuencia que produce un incremento en la probabilidad de aparición de esa respuesta buscada. Su opuesto, el castigo, es una consecuencia que produce una disminución en la probabilidad de aparición de la respuesta indeseable. Tanto refuerzos como castigos pueden ser positivos y negativos.
-       Un refuerzo positivo será aquél que produce gratificación, proporciona algo bueno, por ejemplo una palmada en la espalda.
-       Un refuerzo negativo sería aquel que producirá alivio, pondría fin a una cosa mala, por ejemplo levantar una sanción.
-       Un castigo positivo sería aquello que nos produciría malestar, proporciona algo malo, por ejemplo una crítica.
-       Un castigo negativo sería aquello que nos produce malestar por la retirada de refuerzo positivo, nos quita algo bueno, por ejemplo la anulación de un premio.

Otro concepto importante antes de pasar a la aplicación práctica de todo esto es el concepto de valor de un determinado refuerzo. El valor de un refuerzo está relacionado con la importancia emocional que tiene para nosotros. La respuesta emocional asociada con un refuerzo repercute directamente en nuestra motivación para realizar una conducta, e influye decisivamente en la rapidez de aprendizaje de una conducta.
Por ejemplo, aquellas consecuencias que tienen una importancia decisiva para nuestra supervivencia producen una gran activación emocional y por tanto aumentan de motivación para el aprendizaje, o desaprendizaje, de una conducta. Así el niño que introduce accidentalmente sus dedos en un enchufe, recibiendo una descarga, castigo positivo, aprenderá de una sola vez que no debe repetir esa conducta.
Bien, una vez expuestos estos conceptos básicos sobre los principios del aprendizaje veamos la forma en la que pueden ser aplicados para la instrucción.

Ejemplo de situaciones de Refuerzo y Castigo.
El instructor debe ser en un principio quien controle las fuentes de refuerzos y castigos, en el sentido psicológico de los términos, para fomentar el desarrollo de las respuestas que mejoren el nivel de ejecución y para eliminar los errores que conduzcan a fallos en dicha ejecución. Posteriormente cuando el aprendizaje ha finalizado debe realizarse la transferencia del control de sus propios refuerzos al individuo, para evitar la dependencia de una fuente externa de suministro de refuerzos.
Los principales procedimientos de utilización de refuerzos en el adiestramiento consisten por una parte en el diseño de situaciones de aprendizaje que proporcionen consecuencias positivas para los alumnos, y por otra la administración de una retroalimentación oportuna y adecuada durante la ejecución.
Por ejemplo, si diseñamos los primeros ejercicios de tiro de tal manera que los alumnos consigan unos resultados muy pobres, la comprobación de sus impactos en la línea de blancos tendrá la connotación de un castigo positivo, ya que producirá una decepción en los aprendices que se encontrarán poco motivados para la realización de los siguientes ejercicios. Ello, unido a que aún no se ha consolidado un nivel de conocimientos técnicos que les permitan saber cuál ha sido la razón de su fracaso, puede generarles sentimientos de incapacidad para la realización de la área y, por tanto, deseos de rendirse y abandonar.
Por el contrario si hemos diseñado los ejercicios en grado de dificultad creciente, de forma que con las primeras técnicas impartidas se puedan obtener buenos resultados a distancias razonables, la comprobación de su agrupamiento en el blanco funcionará como refuerzo positivo, que consolidará las técnicas aprendidas hasta ese momento. Si a medida que aumente el nivel de instrucción aumentamos la dificultad de los ejercicios, el alumno siempre intentará mantener sus resultados para obtener el refuerzo consecuente, produciendo un efecto de progreso continuo.
Incluso un fracaso, una agrupación desastrosa por ejemplo, en este punto, no será vivido como un castigo positivo, ¡soy un p*** desastre!, sino como un castigo negativo, ¿qué ha fallado?, ya que estaba acostumbrado a tener buenos resultados y ahora se encuentra con que no los ha obtenido. En este caso los efectos son completamente distintos a los que veíamos en el caso anterior. El alumno sabe que puede hacerlo mejor porque de hecho ya lo consiguió antes, lo que ha variado han sido las condiciones de ejecución, y la conclusión a obtener es que se trata de una tarea más difícil que requerirá un mayor nivel de perfección, lo que sirve como fuente de motivación para tratar de superarse.
Quizá me halla extendido excesivamente en este punto pero creo que el conocimiento de los principios que subyacen a la forma en que nos comportamos, es muy importante tanto para la programación de un programa de adiestramiento por un instructor, como para la propia reflexión que debe realizar el alumno cuando experimenta sus progresos, éxitos y/o fracasos.
Para terminar este punto simplemente indicar una serie de premisas que son importantes para la utilización de los mecanismos de refuerzo durante el aprendizaje.
-       El refuerzo/castigo debe ser aplicado inmediatamente después de la realización de la conducta que se quiera reforzar o suprimir. Con la demora disminuyen los efectos del refuerzo.
-       El castigo produce efectos colaterales no deseables para el aprendizaje, como puede ser la disminución del nivel de autoestima y, por otra parte, puede convertir en desagradable la situación de entrenamiento. Por lo tanto utilizaremos siempre que podamos refuerzo en lugar de castigo.
-       Los refuerzos no tienen el mismo valor para todas las personas. Es una labor del instructor detectar aquellos refuerzos más eficaces para cada uno de sus alumnos.
-       Un refuerzo que se suministra continuamente pierde su valor, por lo tanto hay que dosificar su empleo para administrarlo de forma intermitente.

Entrenar eficazmente. ¿Cómo se logra?
Muchas veces tras un curso surge algo que aparentemente es un poco incongruente, surgen más preguntas. Es evidente que si el curso es como debe ser, se responden muchas cuestiones, pero lo que no es tan evidente, pero si muy real, al menos en todos aquellos que tengan verdadero interés, es que nos surgen muchísimas cuestiones nuevas. A veces incluso esas cuestiones, madurando con el tiempo, nos dirigen a muchas más preguntas de las que teníamos antes de realizar cualquier curso.
Y eso, créanme, es lo mejor que podemos desear de un buen curso, salir con nuevas cuestiones que nos lleven a otras nuevas. Terminar un curso pensando que todo está respondido, todo claro y definido, que nada mas hay… algo falla, en nosotros o en el curso.
La cuestión principal es a veces la mas olvidada ¿Cómo debemos entrenar lo aprendido? Esto tan simple es lo más difícil, no el conocer nuevas, o no tan nuevas, técnicas. Repetir ejercicios de forma mecánica, por muy recomendados que estos sean, no es buen sistema a priori. Como muchos están hartos de oírme y leerme, la adaptación es la mejor llave para la evolución y la mejora.
Lo tradicional es ir al campo de tiro y repetir punto por punto cada ejercicio que se realizó en el curso, o mejor dicho, repetir lo que “recordamos” de esos ejercicios. Pero esto genera dos situaciones problemáticas, la primera es el estancamiento y la segunda que la memoria nunca es fidedigna del todo.
De la primera situación hablaremos en un momento. Respecto a la segunda, a veces es tan sencillo de solucionar como crear y mantener un grupo de entrenamiento que nos permita intercambiar los datos recogidos por cada uno y sumarlos.
En un enfrentamiento hay tres puntos básicos importantes, hay muchos más, lo sé, no se enojen por mi simplificación, pero nos centraremos en tres, movimiento, encare y disparo. Todo lo demás, alineamiento, encare, presión, interrupciones, etc., podríamos incluirlo, de forma muy genérica como subpuntos de los tres primeros. Por favor, consideren este párrafo como una reducción teórica para mi planteamiento y exposición, nada más. Cada punto y subpunto es lo suficientemente importante en si mismo como para merecer un estudio pormenorizado e individual.
Para todos está claro que la capacidad de resolver con éxito un enfrentamiento es más una cuestión de capacidad personal que de la cantidad de munición que se ha gastado previamente. Es decir, es mentira el viejo aforismo que la diferencia entre un buen tirador y otro malo es un camión de munición. Lo cierto es que la diferencia está en cómo ha aprovechado esa munición, no en el camión. La vieja disputa calidad versus cantidad.
Es fácil ser un maestro de la precisión contra un blanco inanimado e inmóvil, mucho más cuando uno mismo permanece tranquilo e igualmente inmóvil. Pero las cosas cambian brutalmente cuando enfrente se encuentra un individuo, o individuos en el peor de los casos, armados, móviles y decididos a dañarnos.
Es por ello que además de dedicar un tiempo a agujerear cartones, entrenar en seco y compartir experiencias, debemos también invertir parte de nuestro tiempo en entrenamientos de presión, del tipo fuerza contra fuerza, Force on Force.
Les insisto en la irrealidad del aforismo del camión de munición. Con un programa de entrenamiento serio y realista, trabajo metódico en seco, ejercicios de Force on Force, y un sano y claro sentido común, mi experiencia me demuestra que con un par de sesiones de fuego real al mes es factible mantener la capacidad y aptitud de control del arma para salir airoso de un enfrentamiento armado. Al menos es suficiente para todos aquellos que no pertenezcan a una unidad de elite.
Ahora algunos preguntarán, “OK Cecilio, te haré caso ¿cómo reparto ese tiempo?”
Mi consejo es emplear sobre el 85% del tiempo trabajando en seco, interactuando con el arma, tácticas y con ejercicios del tipo Force on Force. Manteniendo al principio una dinámica de 20% para el trabajo en seco, otro 20% para el Force on Force, y un 45% para las tácticas con armas. Estas cifras dependen del nivel de cada profesional. Evidentemente al principio es importante dominar el manejo del arma, primando el trabajo en seco. Y acercándonos a las cifras marcadas según se vayan mejorando las habilidades y capacidad individual.
Si gastamos menos munición, por lo tanto dinero, y el entrenamiento es más eficaz ¿Por qué no se entrena así?
El entrenamiento en seco es normalmente solitario, aburrido y monótono, para muchos al menos, y por lo general se piensa que tras dominar un movimiento, ¿para qué seguir perdiendo el tiempo en repeticiones de algo que ya conocemos?
¿El Force on Force? Bueno, aquí lo que sufre mucho es el ego, pero sobre esto solo se puede decir una cosa, en el día a día del profesional armado el ego es mejor dejarlo debajo de la cama. Por otra parte es más cansado y requiere el apoyo de compañeros para hacerlo eficaz, sobre todo para que nos permita una retroalimentación eficaz.
Estos ejercicios Force on Force no implican un combate o contacto del tipo de la lucha libre, ni mucho menos. Se puede variar la intensidad, en realidad “se debe” variar la intensidad siempre, independientemente de nuestro supuesto nivel técnico y físico. Ello nos permitirá además poner a prueba nuestras habilidades adquiridas gracias al trabajo en seco
Ya llegamos, por fin. ¿Tiro real? ¿Cuándo? ¿Cuánto?
Sobre un 10%, nunca más del 15%. Es más importante adquirir la capacidad de manipulación eficaz del arma que agujerear mil veces un cartón.

Mnemotécnia.
Para terminar, si gustan de emplear reglas mnemotécnicas espero esta les sirva.
Nuestro cerebro … la mejor arma.
Nuestra capacidad de afinarlo … la mejor herramienta.
Nuestras habilidades … la mejor baza.
Nuestra entrega … la mejor medalla.
Nuestra humildad … la mejor posibilidad de supervivencia.
[/i]

Por lo demás, cuídense y cuiden de los suyos.


Centroamérica, Abril 2017.
"Ve a decirles a los espartanos,
extranjero que pasas por aqui,
que, obedientes a sus leyes,
aqui yacemos."
                                   Simonides.

WebBlog: http://cecilioandrade.blogspot.com