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Cecilio Andrade

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Dummies I. Neurología Táctica para Dummies.
« on: October 15, 2014, 01:58:59 PM »
Dummies I. Neurología Táctica para Dummies.

Por Cecilio Andrade
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Al leer determinados textos técnicos sobre el funcionamiento del cerebro ante situaciones dadas, estresantes o no, en cuanto comienza a aparecer determinada nomenclatura, jerga o definiciones más o menos técnicas, la mayoría acaban aburriéndose y obligados a pasar página, otros en cambio las memorizan sin más para poder pasar por eruditos, y muy pocos deciden profundizar en temas tan aparentemente escabrosos. Por suerte algún que otro autor moderno ha logrado acercar este mundo a términos mucho más asequibles y cercanos, incluso logrando hacerlo ameno y entretenido, hasta el punto que no es extraño encontrarse conversaciones serias sobre este tema en, por ejemplo, las cafeterías de los clubs de tiro, las salas de descanso de las comisarias o incluso en reuniones sociales.

Ahora que está tan de moda escribir manuales sencillos sin muchos tecnicismos, para “dummies”, veamos si logro hacer también sencillos y amenos tres puntos que influyen en las reacciones ante una actuación, reactiva o proactiva (palabrejas), de riesgo. Si lo logro, y consigo mantener su interés hasta la última línea, les propondré un par de ejercicios sencillos y didácticos de los que podrán sacar buenas conclusiones para su feedback (ven!!! otra palabreja).

La siguiente relación de números, 0.0000005, 55/38/7 y 25/15 tienen que ver en como su cerebro (y por tanto ud) interpreta y reacciona ante el mundo. ¿Lo creen? Alguno dirá, “estupendo, ahora matemáticas” y pasará la página, tranquilos, no son matemáticas de ese tipo, ni yo soy el adecuado para pretender hacer sombra a Steven Hawkins. Esos dígitos son los porcentajes con los que trabaja mi, su, nuestro cerebro, y sabiendo esto podemos ayudarnos a nosotros mismos a la hora de reconocer e identificar patrones para auxiliar y facilitarle, al cerebro, la atención y concentración necesaria en los puntos realmente críticos.

Empecemos por ver como el cerebro lee al mundo y a su gente.

Información consciente versus información subconsciente.

¿Cuánta información es capaz de adsorber por segundo de forma consciente una persona promedio? Si digo unos 2000 bits x seg que es lo normal, la mayoría dirá que está muy bien. Pero empecemos con las odiosas comparaciones. Este documento que leen tiene muy poco más de 181000 bits. Ya empiezan a alzarse algunas cejas, sigamos. Esos 2000 bits son tan solo el 0.0000005 % del total con el que nuestro subconsciente trabaja. Mas arrugas en la frente, ¿a que si? Y ¿con cuanto trabaja el subconsciente entonces? Pues con la nada desdeñable cantidad de 400.000.000.000 bits. Impresionante ¿verdad? Y si lo pasamos a una medida más de moda, los gigabytes, los archifamosos “gigas” de los teléfonos, tabletas y discos duros, tenemos la nada desdeñable cantidad de más de 46 gigas. Pero recuerden, hablamos de procesar todo eso en segundo, no de almacenarlo, con lo cual, si lo piensan, en realidad superamos al mejor de los ordenadores.

¿Pero en que influye eso a nivel de supervivencia y respuesta táctica? Sencillo, nuestro cerebro ya tiene todos los datos externos necesarios para procesar una respuesta adecuada a la supervivencia del individuo, si este tiene la capacidad y medios, claro. Pero con un problema, lo ha hecho subconscientemente, y eso, por nuestra cultura, lo hace entrar en el mundo que la mayoría considera suposiciones y conjeturas, cuando no puras supersticiones y miedos.

Oímos hablar, según las creencias de cada quién, de instinto, intuición, sexto sentido, ángel guardián, espíritu protector, Dios, todo eso es el que se supone que nos avisa y hace erizar el vello de la nuca o de los brazos. “Senti que algo iba mal”, “algo me alertó”, “no me fie a pesar de su sonrisa y educación”, “nada más entrar note las malas vibraciones”, ¿Cuántas veces han oído esas y otras muchas frases similares? Infinidad, seguro.

El ser humano tiende a buscar fuera, espiritual o físicamente, la respuesta de los hechos que no comprende. Pero tenemos dentro de nosotros las herramientas que la evolución, merced de la Naturaleza dura y neutral con los seres vivos, nos ha proporcionado y perfeccionado hasta el ínfimo detalle. Nuestro subconsciente es esa herramienta.

Al primitivo Neanderthal o CroMagnon no le causaba ningún reparo fiarse de esos avisos subconscientes, y gracias a ello quizás ahora están ud´s leyendo este texto. Pero en la sociedad actual todo aquello que no procesemos de forma directa y clara suena a superstición y magia. Y no olvidemos que la magia no es más que ciencia mal entendida.

Cuando, como profesionales armados, nos acercamos a una situación dada, o esa situación nos aborda a nosotros, antes de que parpadeemos nuestro subconsciente ha sido capaz de escanear e interpretar en detalle el entorno en el que nos encontramos. El problema es que su única forma de comunicarnos que algo va mal es mediante “malos pálpitos” y sensaciones. “Malos pálpitos” y sensaciones que nuestro consciente suele descartar por no dar una imagen de paranoico, medroso o simplemente maleducado.

¿Cuántos conductores al llegar a ese cruce que siempre pasan sin mirar, hoy frenan y miran, evitando ese camión que saltó el stop? ¿Cuántas madres llevando a sus hijos a la escuela de repente hoy deciden cambiar de acera, cuando siempre van por la misma? ¿Cuántas víctimas han podido posteriormente decir “algo me decía que no estaba bien”? ¿Cuántos policías al aproximarse a un grupo “intuían” que la cosa era mayor de lo que aparentaba el entorno? ¿Cuántos militares han notado los pelos de la nuca erizarse al entrar en una zona propicia a emboscadas? ¿Cuántos escoltas han sentido lo mismo al acercarse con sus VIP´s a un cruce rutinario?

No levanten todos la mano a la vez por favor.

No es magia, ni poderes sobrehumanos, salvo que consideremos la capacidad de nuestro cerebro como sobrehumano, y entonces todos tenemos ese poder. Crean en su sexto sentido, su intuición, su instinto, su ángel o espíritu guardián, llámenlo como quieran, pero escúchenlo, gracias a ello el ser humano sobrevivió hasta hoy en día.

Veamos ahora como este “superpoder” utiliza otras herramientas de nuestro cerebro.

Así actúas así te presto mi atención.

55/38/7 nos da el porcentaje de atención que aplicamos a nuestra relación con nuestros semejantes, ya sea en una reunión familiar, social o laboral, pero también en nuestro habitual devenir por la vida, ya sea bajo estrés o 100% relajados y tranquilos.

Cuando un individuo interactúa de alguna forma con otro u otros individuos el porcentaje de importancia para nuestro cerebro subconsciente de lo que vemos y oímos se representa así:

- 55 % su posición corporal, gestos, tics, etc.

- 38 % la forma en la que expresa las palabras.

- 7 % las palabras en sí.

En resumen, el aspecto que se ofrece, como suena y lo que se dice tiene que ser congruente y formar un conjunto homogéneo. La diferencia de porcentaje no le da más importancia a uno que a otro, solo el grado de atención que le presta nuestro cerebro. Si alguno de esos puntos no resulta coherente con los demás nuestro subconsciente hace saltar la alarma “pasa algo, atento”. Es ese poder del que hablamos en el punto anterior.

Cuando esos profesionales armados, madres y padres, conductores, personas en general, en su ámbito familiar, social y profesional detectan subconscientemente una incongruencia en esos puntos, simplemente se alertan. Surgen los famosos nervios, “no sabía que era pero algo me puso muy nervioso”. Y como ya dijimos nuestra sociedad tiende a menospreciar esos avisos.

Sabemos qué cantidad de información puede procesar nuestro cerebro subconsciente, ahora sabemos que información específica procesa, ¿puede unirse todo esto? La respuesta es sencilla, no solo se puede unir, lo hace automáticamente sin control consciente por nuestra parte. Con esa cantidad de información por segundo sería imposible procesar, interpretar, definir y actuar con garantías de supervivencia ante una situación vital, por eso la evolución lo ha llevado a nivel subconsciente, y tan solo nos transmite sus resultados, “algo va mal, actúa”. De nuestro nivel de aceptación de dicha transmisión depende el resultado final.

¿Esto funciona solo en situaciones de emergencia vital? No, funciona en cada segundo de nuestra vida cotidiana o en una emergencia, con mayor o menor capacidad según edad, desarrollo, aptitudes, entorno, situación, etc. Pero es una función que jamás deja de operar. Existen estudios en los que se constata que incluso dormidos tenemos cierto nivel de vigilancia subconsciente del entorno, lo cual, evolutivamente hablando, es totalmente lógico. Se imaginan nuestros ancestros prehistóricos simplemente desconectando del entorno, rodeados de depredadores de todo pelaje, no creo hubieran podido evolucionar mucho sin este proceso subconsciente de vigilancia.

¿Podemos ayudar a nuestro subconsciente a procesar mejor esa información? Indudablemente sí. Si de forma consciente somos más observadores con las incongruencias del entorno y las personas, nos resultará más fácil deducir e interpretar que nos quiere decir nuestro subconsciente. Educándonos a estar pendientes del entorno, de las caras, gestos, acciones, etc. Podemos hacerlo poco a poco de forma sencilla prestando más atención a los gestos y acciones de nuestra familia, amigos, conocidos, compañeros, e identificando incongruencias. Una sonrisa en la boca pero no en la mirada, una apariencia relajada del cuerpo pero los ojos fijos o con movimientos bruscos, una ropa que no corresponde con su aptitud y respuestas, una pose relajada pero una voz tensa, etc. Un desayuno en una cafetería observando el entorno nos puede dar muchas pistas y guías de aprendizaje.

La mano es más rápida que el ojo.

Estamos en un lugar de ocio muy popular, y de repente nuestra mano derecha se alza aparentemente sola e intercepta, apartando de un manotazo, una bola de papel que un conocido nos ha lanzado a modo de broma. ¿Qué pasó? ¿Problemas de coordinación? No, ni de lejos. Otra de las armas de la evolución, relacionada con el último grupo de dígitos que dio comienzo a este trabajo, 25/15, ¿recuerdan?

Con lo que hemos leído hasta ahora ya hemos demostrado la magnífica y eficiente herramienta y arma que tenemos entre ambas orejas y tras los ojos, el cerebro. Tan eficiente que trabaja aun a pesar de todas las trabas que le ponemos. Hemos visto la cantidad y como procesa la información del entorno, tras lo cual, con esta información puede generar respuestas automáticas (denominadas instintivas) para salvaguardar la integridad física. Cerramos los ojos cuando algo se dirige hacia la cara, nos encojemos para formar un blanco más pequeño, compacto y protegido ante un ataque sorpresa, y, lo que nos interesa en este trabajo, las manos se mueven de forma casi anticipada al acto de identificar la supuesta agresión.

En el mundo primitivo de nuestros ancestros, cuando ya eran bípedos y usaban las manos para manipular y no para caminar o colgarse, los ataques surgían de forma instantánea y sorpresiva del lugar más inesperado. Y como solo podemos mirar en una dirección determinada y con un ángulo bastante reducido, la sabia Naturaleza y su herramienta, la Evolución, fomentó y amplió la respuesta de interponer los brazos frente al cuerpo ante una sorpresa del tipo que sea, incluso antes de haber identificado visualmente si es o no una agresión real.

Veamos un caso moderno, ya que los tigres dientes de sable no abundan mucho actualmente, podemos imaginar estar en casa, en la nuestra, en la conocida y familiar, el hogar. Estamos solos, todos han salido, no hay ruidos, estamos relajados, entramos a la cocina para tomar un vaso y al girarnos vemos “algo” que nos da un susto. Resultado, antes de ver mucho más que un bulto cercano soltamos el vaso y las manos se colocan frente a nuestro cuerpo en la clásica posición defensiva. Vaso roto, pulsaciones aceleradas, quizás incluso un pequeño grito, manos y brazos entre el “agresor” y nosotros, … ufff!!! bochorno y vergüenza, es nuestra hija de 10 años, toca recomponer la imagen de duros/as. ¿Nadie se reconoce?

Primero, esa reacción no es vergonzosa, es realmente instintiva y grabada a fuego en nuestros genes, y no demuestra que alguien sea más o menos valiente o cobarde, demuestra que tiene sus aptitudes innatas de supervivencia activas. Más preocupante es aquel individuo que nunca siente ese “susto”, ya que su capacidad de reacción puede estar muy mermada o anulada. No se avergüencen, sonrían, bromeen, comenten, pero acéptenlo como algo bueno, correcto y útil. Nuestros ancestros aprendieron a las malas que una respuesta fulminante ante un ataque sorpresa podía ser la diferencia entre vivir o no. Mejor pedir disculpas o sentirse avergonzado ante un “susto” intempestivo, que no reaccionar ante un ataque real.

Es por ello que tenemos la relación 25 y 15 que comentamos al principio. El 25 % de las conexiones nerviosas de nuestro cuerpo son exclusivamente para las manos, y el 15 % para los brazos, quedando el 65 % restante a repartir por el resto del organismo. Ese 25 % controla la gran habilidad, capacidad y respuesta que tienen nuestras manos ante tantos eventos que el ser humano ejecuta a lo largo de su evolución en el planeta. Junto con el 15 % de los brazos empezamos a comprender porque el ser humano es un ser gesticulante. Hablamos y expresamos más con las manos y brazos que con los labios. Y estas mismas habilidades son las que actúan a una velocidad aparentemente inhumana ante situaciones de estrés y supervivencia.

¿Cuál es el gesto innato? El que comentamos con el caso del “susto”, brazos al frente. Para golpear, frenar, agarrar o, en el peor de los casos, que el extinto tigre dientes de sable me muerda el brazo dándome tiempo a defenderme o recibir ayuda y salvar la vida, aun a costa del miembro. Es por ello que la instrucción con armas de fuego debe ser tan esmerada, continua, diaria, actualizada y sobre todo realista. Ante un ataque no es natural bajar la mano, no es instintivo ni lo programado, pero si es lo que debemos grabar a base de repeticiones correctas, diarias y continuas, hasta que podamos realmente reaccionar así. Pero cuidado, lo grabado en nuestros genes, instintos innatos, siempre prevalecerán sobre lo aprendido, instintos adquiridos, ante situaciones que nos superen, por demasiado sorpresivas, o por no realizar entrenamientos continuos y continuados, entre otras cosas, volveremos a reaccionar de forma idéntica a nuestro ancestro CroMagnon, con las manos al frente.

¿Secreto? Entrenar, entrenar, entrenar, de forma continuada y diaria, aunque solo se dediquen 5 minutos diarios a ello notarán la diferencia en poco tiempo, y si añaden un par de horas más intensas a la semana, el resultado será muy positivo. Como advertencia un consejo, si entrenan distintas respuestas con las manos, ya sea por situaciones o por armas, llegará el momento en que serán increíblemente habilidosos … en la paz de un tatami y/o un campo de tiro, pero ante una situación de estrés repentino y sorpresivo quizás, o sin quizás, su cerebro no tenga datos suficientes como para discernir si debe responder con el procedimiento A, B o C. Intenten unificar sus distintas respuestas en un hilo común que le permita, con pocas variaciones, corregir su respuesta de la forma más eficaz según su cerebro vaya obteniendo más datos. Y luego entrenen, cuanto más lo hagan mas respuestas identificará su cerebro de su caja de herramientas instintivas. Entrenen, usar la violencia es una responsabilidad.

A modo de ejercicios.

Hemos visto como nuestro cerebro adquiere y procesa la información. Igualmente hemos visto que observa y que descarta. También hemos visto su respuesta defensiva estándar. A lo largo del trabajo he indicado ejercicios y capacidades que podemos fomentar para allanar el trabajo a nuestro cerebro consciente y subconsciente. Ahora les propondré dos ejercicios específicos, solo para uds, para su propia autoevaluación e instrucción.

Ejercicio 1:

- Busquen en su vida cotidiana, familiar, social y profesional sucesos que ejemplaricen lo comentado en los tres puntos de este trabajo, tanto individualmente como en conjunto. Busquen sucesos del tipo frenazo en un cruce, semáforo en rojo, una persona que me dio mala espina, “malas vibraciones” de algún lugar o momento. Busquen e intenten sacar conclusiones, datos, lecciones, ejemplos. Se darán cuenta que esos tres puntos están en su vida cotidiana tanto como en los sucesos extraordinarios y estresantes.

Ejercicio 2:

- ¿Conocen el último libro de Don Ernesto Pérez Vera y Don Fernando Pérez Pacho? Si me leen a mí con más razón siguen a Ernesto y dispondrán de este magnífico libro, “En la línea de fuego. La realidad de los enfrentamientos armados”. Bien, es sencillo el ejercicio, vayan capítulo a capítulo, caso a caso, busquen e identifiquen cada uno de los puntos aquí comentados, individual y en conjunto. Analícenlos desde lo relatado, desde los hechos, sin críticas negativas, solo como lecciones a absorber. Súmenlo a las explicaciones, datos y magníficos comentarios de ambos autores, y sorpresa, ya somos casi neurólogos tácticos, pero solo casi.

Con esos dos ejercicios no serán mejores profesionales, o quizás sí, pero no por el hecho de realizarlos, si no por su interés y deseos de mejorar, aprender y avanzar en la dura vocación de proteger y servir.

Acabaré parafraseando, que no plagiando, un viejo anuncio de mi juventud, busque, lea, compare, analice y decida, pero sobre todo, piense.

Cuídense y cuiden de los suyos.
"Ve a decirles a los espartanos,
extranjero que pasas por aqui,
que, obedientes a sus leyes,
aqui yacemos."
                                   Simonides.

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