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Cecilio Andrade

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Dummies II. Fisiología Táctica para Dummies
« on: October 19, 2014, 03:13:23 PM »
Dummies II. Fisiología Táctica para Dummies.

Por Cecilio Andrade

Como ya comenté en el artículo anterior, de la serie “dummies”, muchos textos técnicos son realmente eso, técnicos. La mayoría de las veces por ser dirigidos a personal muy especializado y con unas necesidades profesionales muy concretas. Pero también existen otros trabajos no tan específicos que siendo dirigidos a personal menos técnico, y con necesidades más de “andar por casa”, se vuelven quizás enrevesados y engorrosos para muchos profesionales armados. En estos casos muchas veces es mejor un término medio.

A petición de varios compañeros, profesionales armados, veamos si logro hacer un poco menos técnico este léxico. Aun así, este trabajo solo intentará hacer más accesible un tema muy específico, a modo de primer paso que genere el interés suficiente para introducirlos en trabajos más especializados de grandes profesionales, que muchos de Uds. ya conocen. Veamos si lo logro.



Antes de entrar en como reacciona nuestro organismo ante el estrés y la ansiedad, respecto a la biología y la fisiología, veamos un poco a nuestra mente afectando a nuestro organismo, nuestros pensamientos y emociones versus nuestro cuerpo.

Mente versus cuerpo.

Ansiedad y estrés son muchas veces consideradas sinónimas, y aunque su interrelación es muy íntima y profunda, así como sus efectos muy similares a nivel corporal, no siempre son lo mismo ni surgen por la misma vía o razón.

Ante una entrevista para un empleo muy necesario, una reunión con un (o una) “ex” con el que no terminamos del todo bien, un trabajo para el que no estamos seguros de estar capacitados, un policía o militar que entra en una zona que sabe no es segura y no será bien recibido, etc., es muy común sentir ansiedad y que esta acabe desembocando en un cuadro de estrés.

Ante un ataque por sorpresa, una agresión, un “susto” en lenguaje coloquial, directamente sentimos ese estrés, sin pasar por la fase de ansiedad, que normalmente aparece posteriormente.

Obviamente estoy siendo muy “general”, resumiendo quizás demasiado para un profesional de la psicología, pido disculpas sobre ello.

Mas para un “andar por casa” la ansiedad se apoya en cuatro puntos, a saber:

- Lo que pensamos, anticipadamente.
- Lo que estos pensamientos afectan a nuestras emociones.
- Lo que estas emociones afectan a nuestro organismo.
- Y como se comporta nuestro cuerpo y mente a consecuencia de ello, nuestro proceder o respuesta.

Como podemos observar estos cuatro pasos parten de un punto inicial, pensar, y estos pensamientos anticipan situaciones negativas.

Como ya vimos en el artículo anterior, “Dummies I. Neurología Táctica para Dummies”, nuestro cerebro recibe muchísima más información de la que podríamos procesar conscientemente. Y si bien este proceso es una gran ayuda a la supervivencia en general, muchas veces nos genera otros problemas, como la ansiedad, que si la comparamos con un iceberg sería tan solo lo ínfimo que asoma en la superficie.

A veces mucha información es demasiada información, y ello nos lleva a alcanzar conclusiones erróneas y negativas. Normalmente es el sistema consciente el que se equivoca, el subconsciente solo llega a conclusiones frías y concretas, ya lo vimos en el artículo precedente, es nuestro consciente el que no interpreta correctamente esa información que nos hace llegar el subconsciente. También vimos en ese mismo artículo previo los problemas y trabas que nuestra cultura y educación pone a esa información y a su interpretación.

La ansiedad, como vemos surge del pensamiento (para que luego digan “es solo un pensamiento, no puede dañarte”), y de esta ansiedad podemos llegar a un cuadro de estrés. Pero el estrés por una agresión directa y sorpresiva no pasa por el primer punto, el pensamiento consciente ya no actúa, entrando en liza directamente el punto de las emociones. Ante un ataque el orden sería:

- Al ser atacado aparecen determinadas emociones, normalmente sorpresa e incredulidad.
- Estas emociones actúan sobre nuestro organismo generando reacciones químicas, hormonales y nerviosas.
- En base a esas reacciones orgánicas así actuamos y respondemos físicamente.

Ya podemos afirmar, llegados a este punto, que ansiedad y estrés no son lo mismo, aunque si suelen ir de la mano y apoyándose íntimamente. Respecto a los factores pensamiento y emociones poco podemos decir que no hayamos leído, oído, aconsejado y pensado infinidad de veces. Generar autoconfianza, autoevaluación, capacidades, escucharse a uno mismo, observar y ver, etc. en definitiva, mejorar y ampliar nuestra capacidad de captar y procesar información interna y externa. “Saber es poder” dice el saber popular, y no puede ser más cierto en este caso que nos ocupa.

Respecto a lo que la biología hace con nuestro organismo, nuestra fisiología, veámoslo desde una ventana muy amplia y general, una ventana apta para todo tipo de lectores, no solo para operadores armados de las unidades de élite o psicólogos especializados.

Bioquimica versus nuestro cuerpo.

Ya hemos visto lo que los pensamientos hacen en nuestras emociones, y estas en nuestro organismo y en sus respuestas.

Hagamos una pequeña hoja de ruta ante un cuadro de ansiedad.

- Los pensamientos nacen del cortex cerebral (corteza cerebral, la que genera la conciencia del entorno y de uno mismo), y desde ahí se dirige hacia el cerebro medio donde se encuentra el sistema límbico, el dulce hogar (a veces) de las emociones.
- Este sistema límbico tras generar la o las emociones correspondientes a los hechos pensados, envía mensajes a las glándulas suprarrenales (situadas encima de los riñones) para que liberen un conjunto de sustancias químicas en el torrente sanguíneo con el objetivo de acelerar las funciones de muchos de nuestros órganos, preparándonos y activándonos.
- Estas sustancias, además de lo comentado, al anegar nuestro organismo activa también la glándula pituitaria en el cerebro (situada bajo el órgano rector de las funciones básicas de supervivencia como especie y como ser vivo, el hipotálamo), y esta libera a su vez más sustancias que obligan a las glándulas suprarrenales a generar más compuestos químicos, que sin ser esa su función biológica fundamental acaban provocando lo que llamamos de forma genérica síndrome de estrés.

Eso es muy a groso modo lo que ocurre ante la ansiedad, con un cuadro de estrés sorpresivo tan solo debemos quitar el punto primero, los pensamientos ya no actúan como generadores, lo son las emociones, aunque estas en una muy pequeña y ínfima fracción de tiempo, siendo el hipotálamo el que, como verdadero ángel guardián de la especie, toma las riendas y ordena a las glándula pituitaria (pegada al hipotálamo) segregar todo su coctel de ordenes químicas de forma inmediata, siendo este coctel el que a su vez alerte a las glándulas suprarrenales a actuar.

Muchos se preguntarán porque hablo de ansiedad, en un enfrentamiento armado no tengo ansiedad, tengo estrés puro y duro. Y es cierto, pero la ansiedad nos puede ayudar mucho para entrenar a nuestro organismo y mente para una acción de supervivencia estresante y extrema como es un enfrentamiento armado. ¿Cómo? Analícenlo, el resultado del coctel a nivel químico, hormonal y biológico es prácticamente el mismo dentro de nuestro organismo, con ansiedad y con estrés. Y esto es algo muy a tener en cuenta a la hora de diseñar programas, planes y ejercicios de adiestramiento táctico realista con vistas a su aplicación en el “mundo real”. Generando ansiedad en los entrenamientos podemos simular en gran medida las situaciones de estrés real ante una confrontación armada. Curioso, ¿no creen? Pero no por ello menos real y aplicable si lo conocemos en profundidad.

Ante una agresión o acción armada el cuerpo libera sustancias químicas para ser más fuerte, más rápido y más capaz de admitir pequeños (o no tan pequeños) daños. Con la ansiedad liberamos las mismas sustancias. Usen ese dato en sus entrenamientos.

Coctel químico y nuestro cuerpo reacciona.

Todo aquel que haya pasado por uno o más sustos en su vida, no solo acciones tácticas, también un simple “suceso” durante nuestra conducción diaria en vehículo camino del trabajo por ejemplo, sabe reconocer determinadas señales, Veamos si las podemos identificar.

- “El estomago me ardía, y me subía ese ardor hasta la garganta”. Las sustancias que antes comentamos no se llevan muy bien con nuestros estómagos. Este genera de forma natural ácido clorhídrico para poder descomponer los alimentos, pero el problema surge cuando esas sustancias “estresantes” le dan un mensaje para que libere más ácido. Y ahí tenemos el conocido ardor de estómago que nos quita el apetito durante la ansiedad, o tras una situación de estrés vital no nos deja comer mucho, con el estómago “encogido” y ardiente.
- “No podía moverme, los músculos no me respondían, ni podía hablar”. Que los músculos se contraigan, perdamos coordinación y tacto es una particularidad de todos conocida, así como el hecho de sufrir temblores y estremecimientos sin control. Como veremos en el apartado siguiente sobre la respuesta del cerebro, las ordenes a través de las neuronas, de los nervios, son confusas y fragmentarias, siendo una de los efectos más visibles esto que comentamos en este punto, temblores, estremecimientos, tics, etc.
- “Notaba mis manos como con hormigueo, sin tacto, y vi en el espejo que estaba extremadamente pálido”. La sangre abandona parcialmente las zonas periféricas, concentrándose en los grandes órganos vitales y los músculos más grandes y potentes, lo que nos permitirán responder, resistir, pensar, luchar o huir con mayor garantía de éxito. Así mismo se reduce el riesgo de desangrarnos ante daños y cortes leves, y resistir más, durante esas acciones de supervivencia.
- “Sentia una presión en el pecho, apenas podía respirar, me costaba mucho meter aire en los pulmones”. Los pulmones se contraen, dificultando la respiración que se vuelve irregular y jadeante. Lo veremos con más detalle en el siguiente apartado de este trabajo, respecto a la acción sobre el cerebro.
- “Las manos me sudaban tanto que apenas podía agarrar y mucho menos empuñar, el sudor se me metía en los ojos, notaba mis axilas pegajosas y chorreando, notaba el olor de mi sudor nauseabundo”. Las glándulas sudoríparas son activadas con la primera descarga de sustancias químicas buscando mantener una temperatura corporal normal a pesar del aumento de presión sanguínea. Sangre que por otro lado se retira de estas zonas específicas en la periferia del cuerpo como vimos en un punto anterior, con lo cual no es factible una refrigeración correcta.
- “Notaba la boca seca, apenas podía tragar, tenía la garganta también seca y como hinchada”. Las funciones orgánicas normales no son necesarias ante una lucha, el organismo busca por todos los medios reducir gastos superfluos y acumular medios para reparar posibles daños. La hidratación es fundamental para poder actuar durante un tiempo, y por ello reduce la producción de saliva innecesaria para sobrevivir en una lucha, salvo que consideremos que escupir puede ser una forma de combate.

¿Les suena? Seguro que si, y no solo a miembros de una unidad de fuerzas especiales, si no, como ya dije, a un ciudadano tranquilo y sin riesgos, un susto en el tráfico, una llamada diciendo que nuestro hijo o pareja ha tenido un accidente, una entrevista importante, una aparición de ese ex que no queremos ver más, un instructor que nos pone ante un ejercicio muy difícil frente a todos nuestros compañeros. Si, seguro les suena a todos, recuérdenlo cuando entrenen sus capacidades y habilidades para trabajar en entornos de alto riesgo.

El cerebro también es un órgano.

Pues sí, es un órgano más, el generador de las ordenes y reacciones específicamente, sin duda, pero el también sufre sus propias acciones biológicas y químicas, y de una forma muy acusada además.

- “No podía pensar con claridad, sabía que tenía que hacer algo pero no recordaba que, no reconocía que estaba pasando”. Esas sustancias afectan, llegando a impedir y obstruir, a la transmisión nerviosa normal. Pensar es una acto electro-químico de nuestras neuronas, el cerebro está formado por esas neuronas, por tanto si la transmisión entre neuronas está afectada, obstruida o reducida, el pensamiento cuando menos es incompleto e ineficaz.
- “Después que pasó todo no recordaba apenas nada”. No pensar con claridad por esa transmisión nerviosa irregular afecta a como recibimos los datos, y recordar es ni más ni menos que recuperar datos. No se puede recuperar lo que no se ha recibido o se ha recibido de forma fragmentaria e inconexa. Ahí nuestro subconsciente nos puede ayudar con las terapias y técnicas adecuadas, pero cuidado con otro factor, los recuerdos falsos, inventados o añadidos por ser “coherentes”. La coherencia a posteriori puede ser inducida externa o internamente, por comentarios, lecturas, pensamientos, etc. Ser conscientes de que el cerebro no puede recibir información de la forma correcta puede ayudarnos a reconstruir ese recuerdo sin añadir “coherencias” positivas o negativas pero, normalmente, incorrectas e irreales.
- “No recordaba nada, tan solo que mi cabeza se quedó en blanco”. Pensar y recordar son simple y llanamente procesos químicos. Las células nerviosas (neuronas) liberan sustancias químicas para comunicarse entre ellas (neurotransmisores). El problema surge cuando las sustancias químicas de la ansiedad y el estrés chocan y obstaculizan a estos neurotransmisores, por lo que memoria y pensamiento se ven alterados. Siendo esta alteración mayor o menor dependiendo de la gravedad de la situación vivida. Piensen en accidente (tráfico o similar) que hayan vivido, en si recuerdan como llegaron al hospital tras recibir la llamada de que su hijo estaba en el hospital con una apendicitis, etc. No es necesario ser un SWAT para sufrir estos efectos.
- “No podía pensar ni respirar, y solo oía que me decían, respira despacio y profundo”. Todo el mundo ha vivido situaciones propias o ajenas altamente estresantes en las que alguien (nos) dice, “tranquilo, tu solo respira hondo”. Es uno de los mejores consejos del mundo para estas situaciones. Los maestros zen, sin ir más lejos basan todo su trabajo físico en este punto, repirar, concentrarse en respirar. Ya hemos visto que los pulmones se contraen ante una situación de ansiedad y estrés, con lo cual no podemos tomar suficiente oxígeno, y la cuestión, damas y caballeros, es que el oxígeno es fundamental para las funciones de pensar y recordar. Un déficit en la cantidad recibida provoca una deficiencia en el funcionamiento correcto del cerebro. Por otro lado el cerebro necesita el 20% del total respirado, lo cual, si lo comparamos con su volumen respecto al resto del cuerpo, es mucho oxígeno. Y mientras otros órganos pueden ralentizar sus funciones para consumir menos oxígeno, y los músculos usar otros “combustibles” anaeróbicos (sin necesidad de oxigeno), el cerebro no puede hacer ni una ni otra cosa. Si no recibe su 20% de oxigeno sus capacidades se van reduciendo hasta simplemente “apagarse” o “desconectar”.

Como podemos darnos cuenta tras este trabajo y algunos anteriores, no somos animales tan racionales y pensantes como creíamos, muy al contrario somos sumamente dependientes de nuestra biología y bioquímica para responder a los estímulos externos e internos de la vida. Eso no quiere decir que nos escudemos en ello para dejarnos llevar, la concienciación, el entrenamiento bien dirigido, la comprensión de los hechos y/o posibles sucesos futuros, usar nuestra innata capacidad de aprendizaje, el usar el atributo mayor del intelecto humano, la curiosidad, investigar, en definitivas cuentas, pensar, nos dará miles de posibilidades más que simplemente nos dejamos llevar por las olas de un coctel químico, por más biológico y natural que sea, debemos aprender a llevar el timón en esas olas, nunca dejarnos estrellar contra los arrecifes de una reacción incorrecta e improcedente.

Las tres “E”, Educarse, Estudiar, Entrenar. Y no hay más, damas y caballeros.

A modo de ejercicios.

Hemos visto como nuestro cerebro y organismo reacciona ante situaciones estresantes o de simple ansiedad. Igualmente hemos visto porque actúa de esa forma, y todo sumado ello nos da las herramientas necesarias para sacar partido y ventaja. A lo largo del presente trabajo y anteriores he indicado ejercicios y capacidades que podemos fomentar para allanar la labor a nuestro cerebro consciente y subconsciente, a nuestro organismo ansioso o estresado. Ahora les propondré, de nuevo, dos ejercicios específicos, los mismos que ya describí anteriormente, solo para uds, para su propia autoevaluación e instrucción. Pueden comentarlo en la presente página, en una conversación entre compañeros o amigos, escribir su propio artículo, rebatirlo, aceptarlo, olvidarlo, o simplemente probar a ver hasta dónde llegan y que conclusiones sacan de todo ello. Hagan lo que hagan, si han llegado hasta aquí significa que tienen un interés genuino, lo cual ya es mucho.

Ejercicio 1:

- Busquen en su vida cotidiana, familiar, social y profesional sucesos que ejemplaricen lo comentado en los cuatro puntos de este trabajo, tanto individualmente como en grupo. Busquen sucesos del tipo frenazo en un cruce, semáforo en rojo, una desgracia familiar, una acción profesional, una entrevista, una fiesta o reunión incomoda, etc. Busquen e intenten sacar conclusiones, datos, lecciones, ejemplos. Se darán cuenta que esos puntos, como los del otro trabajo, están en su vida cotidiana tanto como en los sucesos más de acción y violencia, si los tienen o han tenido.

Ejercicio 2:

- Lo pregunté en el trabajo anterior, ¿Conocen el último libro de Don Ernesto Pérez Vera y Don Fernando Pérez Pacho? Pues insisto en ellos, si me leen a mí con más razón siguen a Ernesto y dispondrán de este magnífico libro, “En la línea de fuego. La realidad de los enfrentamientos armados”. Bien, el ejercicio es el mismo, vayan capítulo a capítulo, caso a caso, busquen e identifiquen cada uno de los puntos aquí comentados, individual y en conjunto. Analícenlos desde lo relatado, desde los hechos, sin críticas negativas, solo como lecciones a absorber. Súmenlo a las explicaciones, datos y magníficos comentarios de ambos autores, y sorpresa, ya somos casi bioquímicos tácticos, pero, el eterno pero, solo es “casi”.

Como ya les dije, y a riesgo de ser repetitivo, con esos dos ejercicios seguirán sin ser los mejores profesionales, o quizás sí lo sean realmente, pero no por el hecho de realizarlos, será nuevamente su interés y deseos de mejorar, aprender y avanzar en la dura vocación de proteger y servir, lo que les hará de verdad marcar la diferencia.

Acabaré de nuevo parafraseando, que no plagiando, aquel viejo anuncio de mi juventud, busque, lea, compare, analice y decida, pero sobre todo, piense.

Cuídense y cuiden de los suyos.



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"Ve a decirles a los espartanos,
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que, obedientes a sus leyes,
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                                   Simonides.

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