Mucho se ha hablado de esta regla que determina la distancia mínima que, partiendo de arma enfundada, nos da cierta posibilidad de supervivencia ante una agresión con arma blanca. Eso sí, cuestión importante, teniendo el arma en condición de lista para el disparo, o lo que es lo mismo, algo tan terrorífico para algunos como es llevar cartucho en recámara.
Resulta evidente que a menor distancia resultan dramáticamente disminuidas las posibilidades de supervivencia, teniendo en cuenta que los ataques se realizan a gran velocidad y aun pudiendo de disparar, nada indica que no pudiéramos errar el tiro y aunque impactáramos en una zona vital, por la inercia producida por el ataque seguramente resultaríamos heridos, muy probablemente de gravedad.
Ya vimos en los artículos “El concepto del enfrentamiento armado I y II” el lapso mínimo en el que un profesional armado debidamente capacitado podría hacer uso de su arma, y el tiempo en el que un hombre armado con un arma de contacto podría cruzar una distancia de siete metros. El tiempo fue idéntico, 1,35 segundos.
Siete metros fueron definidos como la distancia media en un tiroteo urbano. Pero cuidado, es la media de un total. Las estadísticas del FBI en su Informe sobre Delincuencia reseñan que más del 85% de los enfrentamientos ocurren a menos de 3 metros, muy por debajo de los 7 metros comúnmente aceptados.
Esta estadística determinó que, en el mejor de los casos, el agredido logra disparar en el mismo momento que el criminal consigue alcanzarlo. Un empate para muchos, pero cuándo la vida es lo que se pone en juego ¿Qué diferencia existe entre empatar y perder?
La solución para muchos pasa por mantener una distancia superior a 7 metros. Como base de trabajo no está mal, mantener la distancia es una táctica reconocida y eficaz. Pero que no siempre funciona ya que es difícil de aplicar en el día a día y en situaciones de riesgo desconocido. ¿Puede un alguien hablar desde 7 metros? Lo más común es encontrarnos muy cerca de la amenaza potencial.
Combate muy… muy cercano.Si el 85% de los ataques ocurren por debajo de los tres metros, es más que probable que si toda la habilidad que uno tiene es simplemente desenfundar y disparar, el adversario le alcanzará antes de que la pistola salga de su funda.
Como ya vimos en el otro artículo, “Principios de la Instrucción Individual”, debemos aumentar los tiempos de reacción del adversario, cambiando su percepción cuando el ataque comienza. En pocas palabras, si te mueves vives. El movimiento, sobre todo lateral, aumenta tanto las posibilidades de evadir como de iniciar el propio ataque.
Pero además, en distancias tan reducidas, la capacidad de combate mano a mano llegando incluso a renunciar al disparo es muy importante.
El cuerpo a cuerpo en movimiento requiere contacto, bloquear, redirigir y/o golpear. Incluso realizando todas esas acciones es posible materializar el disparo desde una posición de retención. Pero, ya sea mano a mano, o una combinación de mano arma, lo realmente viable es la integración de todo ello.
Cuando la distancia aumenta más allá de la longitud del brazo, hasta los 5 metros, la necesidad de tocar al adversario se reduce, pero debe mantenerse como una opción, además de seguir moviéndonos lateralmente.
Incluso en los 7 metros hay que moverse, ya sea atacando la amenaza, desplazándose o buscando una mejor posición. Muy raramente será conveniente estar quieto.
Todo lo anterior demuestra lo que se constituye como factores decisivos, no solo importa de tener un arma y munición adecuadas, sino además contar con un entrenamiento y capacitación adecuada.
Con lo ya leído es fácil deducir que el factor extracción, siendo tan importante, debe realizarse con la técnica adecuada, ya que la acción de fuego, casi siempre, se realizará a una mano.
Por todo ello es aconsejable portar el arma en condición uno, es decir, permitiendo su rápido acceso y extracción y, al mismo tiempo, la posibilidad de disparo inmediato.
En este tipo de acciones, por lo fulminante de su desarrollo, obviamente resultará imposible montar el arma en pleno ataque, y si a ello le unimos la posible obligación de tener que portarla de forma oculta, podemos deducir fácilmente la importancia de portar el arma en condición uno, o lo que es lo mismo, con el “terrible” (para algunos al menos) cartucho en recámara.
¿Cartucho en recámara? ¡Qué locura!El tema por excelencia que ha generado y seguramente generará las mayores controversias en este ámbito profesional.
El tiro defensivo, reactivo o instintivo se ha empleado desde la invención de las armas de fuego, pero con los trabajos de los coroneles Fairbain (Ejército británico) y Rex Applegate (Ejército norteamericano), esta técnica de tiro adquiere carácter científico. La técnica Fairbain-Applegate subraya como esencial la importancia de portar cartucho en recámara.
Posteriormente este sistema es adaptado por el ejército hebreo y conocido como sistema de tiro israelí con alguna pequeñas variaciones, entre otras como la de no portar bala en recamara, algo que enfatiza especialmente.
Evidentemente se ha realizado esta adaptación para dar una seguridad añadida en la manipulación de las armas, algo a tener en cuenta en la instrucción de tropas con nula o escasa experiencia y que se necesita instruir en el menor tiempo posible. Sabiendo que las armas no están alimentadas hace más fácil impartir instrucción de tiro de arma corta. Arma que en la mayoría de los casos es un arma secundaria y/o defensiva.
Lo más aconsejable, siempre y cuando se posea la instrucción, preparación, adiestramiento y seguridad acorde para ello, es portar las armas de servicio con cartucho en recámara.
Si el arma es de simple acción (improbable pero no imposible en Europa) la forma recomendable es bala en recamara martillo montado y seguro puesto, sistema denominado Cocked and Locked en estados Unidos.
Con doble acción se porta con bala en recámara pero, lógicamente, el martillo está en posición abatida y seguro quitado.
Son las mejores opciones para enfrentar un ataque a las distancias comprendidas dentro de los 7 metros, pero solo, e insisto a riesgo de ser pesado, cuando se posea la instrucción, preparación, adiestramiento y seguridad acorde para ello.
Respondiendo al ataque, siempre respondiendo.Resulta incuestionable que cuando se sufre un ataque dentro de las distancias dadas, y según el ángulo en el que se desarrolle, (dentro de los 360º) lo más factible es que no solo no tengamos tiempo de apuntar, si no ya de empuñar a dos manos. Esto es así por dos razones:
¤ Si perdemos demasiado tiempo buscando las miras del arma, podemos perder de vista al agresor, y esas mismas miras quizás sean lo último que veamos en vida.
¤ El poder tomar la línea de miras implicaría quedar dentro del área de posible bloqueo del arma por parte del agresor.
Es por ello por lo que tiro reactivo, defensivo o instintivo, no apuntado sino dirigido, a una mano, se demuestra como el más conveniente.
Ya hemos visto el sistema Fairbain-Applegate, y su variación israelí, donde se dispara con el codo flexionado, casi tocando la cadera, y/o aún replegando el brazo y si es necesario retrocediendo o tomando una posición alternativa de combate para evadir el ataque.
Otra escuela, la de Usher, pondera desenfundar el arma realizando un movimiento hacia delante, como si fuera a golpear con el cañón del arma al agresor. Cuando el brazo totalmente extendido dispara.
Tanto un sistema como otro tienen detractores y defensores, pros y contras.
Respecto al sistema Fairbain-Applegate, puede decirse que es más difícil desenfundar retrocediendo, y que esto mismo entorpece la capacidad de bloqueo del ataque ralentizando el movimiento de evasión. Por otra parte es más instintivo y natural.
Del sistema Usher que en un ataque con arma blanca quedaría expuesto a una probable retención del arma por parte del atacante. Es más agresivo y por ello normalmente más resolutivo.
Personalmente no me decanto por ningún método puro, aconsejo el paso adelante para frenar y bloquear el ataque del agresor, y si debo desenfundar hacerlo desde una posición recogida con el arma pegada al costado, pudiendo buscar el golpear con esa misma arma, para terminar desplazándome y empuñando con ambas manos.
Para los que gustan de buscar nombres podríamos bautizar este sistema como Usher-Fairbain-Applegate-Cirillo (en el sistema Cirillo se da gran importancia al empuñamiento a dos manos), de tal forma que nadie se diera por obviado.
¿Se puede entrenar todo esto?Un compañero, un par de armas de air-soft (con su correspondiente máscara de protección) y un cuchillo o bastón simulado nos facilitarán la entrada en materia. Podríamos utilizar municiones de pintura de entrenamiento, pero el precio y disponibilidad dificultarían su empleo. Un buen arma de air-soft cumple sobradamente.
Dibujemos una gran “X” en el suelo, de aproximadamente 3.5 metros cada brazo. Comenzaremos desenfundando y disparando a la vez que nos movemos por cada uno de esos brazos. Buscaremos la naturalidad en el movimiento, la rapidez vendrá sola.
En esta fase cobran importancia dos dichos:
La rapidez es una virtud que puede degenerar en un vicio, la prisa.
Lo lento es suave, lo suave es rápido.
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El siguiente paso es situar a nuestro compañero como agresor, en el extremo de uno de los brazos de la “X”, empezando por pistola contra pistola, para acabar pistola contra cuchillo. El compañero agresor siempre es el que inicia la acción.
Nuestra tarea consiste en reaccionar, movernos y evadir, bloqueando la reorientación de su ataque.
Tras cada agresión debemos detenernos y evaluar. ¿Me atacó? ¿Cómo realizó el ataque? ¿Me moví a tiempo? ¿Logré eludir su ataque? ¿Cómo realicé mis técnicas? ¿Lo neutralice eficazmente? Estas podrían ser algunas de las cuestiones a estudiar.
Es un sencillo y eficaz método de estudiar intervalos y tiempos de reacción, así como de eficacia de según qué acciones.
Pero es sólo un comienzo, y la demostración de un concepto. Corresponde a cada uno ponerse a prueba a sí mismo en las situaciones más probable dentro del intervalo estudiado en este reportaje.
Debemos pensar siempre en movernos, e integrar todas nuestras capacidades en ese movimiento.
Ocupa mucho tiempo, es cierto, pero si tiene la desgracia de ser uno de los implicados en la violencia tan común de estos tiempos, se dará cuenta de que fue decisivamente tiempo bien empleado.
Después de todo y definitivamente el movimiento implica viva y es por ello que siempre aconsejo lo mismo en todas mis clases y seminarios:
Quien se mueve vive.
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